El lenguaje poético del ventanal de la vida

Hortensia Rivera Baños: El lenguaje poético del ventanal de la vida.

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La mañana me encontró recostada en las oraciones, que son indudablemente para mí la bocanada de oxígeno de mi trajín diario. Fue así que encaminé mis pasos al ventanal y al correr las cortinas, descubrí tras de ellas la inmensa fortuna que da mirar la continua circunstancia y el remanso poético que diariamente nos abraza, y que muchas veces pasa desapercibido al ojo rutinario de esta vida acelerada.

Por eso pienso que no es fácil hablar de poesía, o ver poesía en pequeñas vivencias de la vida, ya que esta vida que nos está tocando transitar es existencia curtida de acelerones de tecnología, el día se va como un suspiro y gran parte de esa espiración la dedicamos a estar conectados con el teléfono celular, una tablet, una computadora o mirando una pantalla de televisión. No tenemos tiempo de detenernos a mirar el ventanal de nuestra casa, y ese suceso incesante que cargan los cristales derramando poesía.

Tal vez deberíamos desenchufar un rato el acelerón tecnológico que nos tiene secuestrados y no nos permite vivir el momento presente. La charla con los hijos, con tu pareja, tus padres o hermanos, el intercambio amoroso de palabras es semejante a un atardecer en la playa, abrazar al amigo que hace tiempo no se ve, puede ser similar a la brisa salitrosa del mar que aturde los sentidos y te invade de paz. Sí, es verdad que la poesía la escriben los poetas, sin embargo; la poesía nos mira esperando ser rescatada de los cielos algodonosos, de los amaneceres imperturbables y definitivos, del abrazo a los abuelos, a los tíos, del te amo arrebatado y honesto que brota del pecho cada vez que miras los ojos de la persona que amas. Si tuviera que dar una definición de poesía, tal vez lo haría como el lenguaje del alma.

Vicente Quirarte, un poeta, ensayista y escritor mexicano, nos dice que la poesía es el tren de los ausentes. Sin horarios fijos, invade los andenes o aparece imprevista en mitad del desierto. La poesía es salvación para el náufrago que no ha visto el mar.

Y es así, cuando conectamos con el momento presente y nos llenamos de la experiencia del palpitar del alma, los instantes se vuelven imborrables para la memoria del corazón. Es por eso, apreciable lector, este espacio está dedicado hoy a la invitación de vivir menos de la tecnología y más de los instantes poéticos que nos regala el ventanal de la vida.

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