Gestión emocional, vacuna contra la infelicidad
Hugo Espósitos: Gestión emocional, vacuna contra la infelicidad.
En siglos pasados, las enfermedades infecciosas eran la principal causa de mortalidad, pero su origen era un misterio. La ciencia tenía teorías extrañas y se usaban hasta sanguijuelas para intentar curarlas. Todo cambió con el descubrimiento de las bacterias y el desarrollo de los antibióticos y las vacunas, transformando nuestra comprensión de la salud individual y pública. Este cambio aumentó significativamente el bienestar de la sociedad en general.
Hoy, el siguiente gran salto del bienestar social es la salud mental. Durante mucho tiempo, las emociones se consideraron esotéricas y difíciles de entender. Se pensaba que uno estaba predestinado a sufrir las consecuencias de su “carácter” y sus semejantes a ser víctimas de sus reacciones, sin entender completamente qué era una emoción y cuál era su función práctica para la vida. Estamos empezando a comprender que las emociones son procesos naturales y adaptativos, el miedo sirve para huir, la atracción para encontrar pareja, etc. El nuevo gran descubrimiento de las neurociencias es que las emociones son la base de nuestras interacciones sociales y de nuestra felicidad, por eso la educación emocional y el desarrollo de habilidades sociales positivas son clave para esta nueva revolución en la salud pública. Al igual que mantenemos nuestra salud física con hábitos de higiene y alimentación, debemos cuidar nuestra salud mental mediante la gestión de nuestras emociones, pensamientos y acciones. Así como lavamos nuestros alimentos, debemos mantener limpias nuestras emociones.
Además de los beneficios individuales, la educación emocional impacta positivamente en el tejido social. Las personas con habilidades emocionales desarrolladas tienen relaciones más satisfactorias y duraderas, tanto familiares como profesionales. Además, son más resilientes frente a los desafíos y menos propensas a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. Estudios recientes indican que la educación emocional disminuye la propensión a las adicciones, la delincuencia y el suicidio. Un ser humano equilibrado emocionalmente, es menos probable que tome decisiones equivocadas que pongan en riesgo su salud y su vida. La educación emocional debe integrarse en todos los niveles del sistema educativo, desde la primaria hasta la universidad. Los programas de educación emocional pueden incluir actividades prácticas, como ejercicios de mindfulness, juegos de rol y discusiones en grupo, que ayuden a los estudiantes a desarrollar y practicar sus habilidades emocionales. Se ha observado que las terapias asistidas con caballos ofrecen muy buenos resultados. Herramientas hay muchas, tenemos que ponerlas al alcance de todos.
También es fundamental capacitar a padres, cuidadores y maestros en el desarrollo de su propia inteligencia emocional, para que tengan herramientas suficientes para educar con amor a nuestras infancias. No olvidemos que adultos sanos, forman niños sanos.
La educación emocional es el nuevo parteaguas para mejorar la salud pública y el bienestar individual. Al comprender y gestionar nuestras emociones de manera efectiva, podemos construir relaciones más saludables y duraderas, tomar decisiones más conscientes y vivir una vida más plena.
En una sociedad donde la polarización, la violencia y también el aislamiento y la soledad amenazan constantemente a nuestros infantes, es indispensable poner atención a su salud emocional, hay que darles todas las herramientas para que formen un mundo más empático y congruente que el que les estamos dejando.