El poder del altruismo: ayudar a los demás mejora tu cerebro
Hugo Espósitos: El poder del altruismo: ayudar a los demás mejora tu cerebro.
El altruismo, es decir, hacer algo por los demás sin esperar nada a cambio, es una de las conductas más admiradas y valoradas en nuestra sociedad. Pero lo que quizás no sabías es que estas acciones también nos benefician a nosotros mismos de maneras sorprendentes. La ciencia ha demostrado que ser generoso no sólo ayuda a quienes reciben, sino que también genera efectos positivos en nuestro cerebro y bienestar general. En este artículo, exploraremos cómo ayudar a los demás puede hacernos sentir más felices y saludables. Cuando realizamos un acto altruista, como donar a una causa benéfica o ayudar a un amigo, se activan áreas del cerebro que nos hacen sentir bien. Un estudio reveló que estas áreas están relacionadas con la sensación de recompensa, es decir, esa gratificación interna que sentimos cuando hacemos algo que nos gusta. Al igual que comer un delicioso postre o escuchar nuestra canción favorita, ayudar a otros activa una “zona de placer” en nuestro cerebro.
Esta sensación placentera ocurre gracias a la liberación de dopamina, un químico que juega un papel crucial en cómo experimentamos la felicidad. La dopamina nos impulsa a repetir comportamientos que nos hacen sentir bien, por lo que es probable que, después de hacer algo bueno por alguien, queramos seguir haciéndolo.
Otro actor clave en este proceso es la oxitocina, a menudo llamada la “hormona del amor”. Esta sustancia es conocida por fortalecer los vínculos con los demás y generar sentimientos de confianza y empatía. Cuando realizamos un acto generoso, nuestro cerebro libera oxitocina, lo que no sólo nos hace sentir más conectados con quienes nos rodean, sino que también reduce el estrés y la ansiedad.
La oxitocina actúa como un calmante natural. Al disminuir la actividad en áreas del cerebro asociadas con el miedo, nos permite sentirnos más seguros y tranquilos. Esto explica porqué las personas que realizan acciones altruistas suelen sentirse más relajadas y menos ansiosas.
El altruismo también activa una red en el cerebro conocida como la “vía de recompensa”. Esta red es la responsable de esa sensación de satisfacción que experimentamos cuando hacemos algo positivo. Por ejemplo, cuando damos nuestro tiempo o dinero para ayudar a otros, nuestro cerebro responde liberando más dopamina, lo que nos hace sentir bien y nos motiva a seguir siendo generosos.
Este ciclo positivo puede tener efectos duraderos. Cuanto más altruistas somos, más se activa esta “vía de recompensa”, lo que fortalece nuestra inclinación a ser amables y generosos en el futuro. Así, el altruismo no sólo beneficia a los demás, sino que también crea un ciclo de bienestar para nosotros mismos.
Además de hacernos sentir bien, el altruismo tiene un impacto significativo en nuestra salud mental. Participar en actividades altruistas, como el voluntariado, puede reducir nuestros niveles de estrés. Estudios han demostrado que cuando ayudamos a otros, nuestro cuerpo produce menos cortisol, la hormona del estrés.
También se ha descubierto que el altruismo aumenta nuestra capacidad para reflexionar sobre nuestras emociones y regularlas de manera más efectiva. Esto contribuye a un bienestar emocional más estable y nos ayuda a mantenernos enfocados y equilibrados incluso en situaciones difíciles.
En resumen, ser altruista no sólo es bueno para los demás, sino que también es una poderosa herramienta para mejorar nuestra propia salud mental y felicidad. Cada vez que dedicamos tiempo o recursos para ayudar a alguien, no sólo estamos haciendo del mundo un lugar mejor, sino que también estamos invirtiendo en nuestra propia felicidad y salud.
Así que la próxima vez que tengas la oportunidad de ayudar a alguien, recuerda que estás beneficiando no sólo a esa persona, sino también a ti mismo.