Cuatro monstruos que destruyen el hogar

Ivette Laviada: Cuatro monstruos que destruyen el hogar.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Estamos a punto de que nuestros hijos salgan de vacaciones, una oportunidad de convivencia increíble en familia y también para ir haciendo limpieza en la casa sacando todo cuanto ya no sirva, y no sólo eso, también hay que sacar a los monstruos que se ocultan sin advertirlo y que poco a poco van destruyendo nuestra armonía y paz.

El primer monstruo que se cuela es la pelea; muchas veces nos gana el orgullo y peleamos por pelear, que diferente si actuamos con humildad y viendo en el otro las virtudes que yo puedo imitar.

Cuando permanentemente nos dejamos invadir por este monstruo, discutimos cosas inútiles, el orgulloso provoca peleas, la soberbia y la arrogancia incrementan el conflicto y dividen a las personas, en cambio el humilde escucha consejos, la humildad sana y restaura.

El segundo es el enojo, ofender a nuestros semejantes o buscar hacerles daño es fruto de la rabia, la ira, la cólera, todas estas emociones que se expresan a través del resentimiento forman muchas heridas en los miembros de la familia y va minando las relaciones, así que saquemos también el enojo para evitar que rompa la paz del hogar, para ello debemos reconocer que estamos enojados e identificar el origen que lo ha desatado, de modo que no hagamos que otros “paguen” por lo que nos tiene así y empeoremos nuestras relaciones con quienes amamos.

La solución al enojo es el perdón, por lo que lo más recomendable es no dejar pasar tiempo con esa emoción, sino identificarla, si es alguien quién lo ha provocado hablar con la persona y perdonar para no alimentar resentimientos, el enojo no debe de durar ni siquiera un día, eso sólo da oportunidad a que el maligno se regodee con nuestra actitud, el enojo nos roba la paz y nos llena de amargura.

El tercer monstruo son los insultos, las malas palabras y vulgaridades referidas a las personas que decimos amar, lo que decimos a los demás muestra lo que tenemos en el interior, con la lengua podemos “matar” a los demás, provocando un daño que muchas veces se percibe como irreversible o bien podemos bendecirlos y mostrarles nuestro amor con palabras de aliento, de amabilidad, de gratitud y reprendiendo las acciones, pero sin lastimar el corazón.

Como bien dice el refrán “si al hablar no has de agradar, mejor callar”; saquemos al monstruo de las palabras hirientes, de maldición, humillación o ingratitud, toda palabra hiriente, ofensiva, destructiva y mal intencionada.

El cuarto es el desamor, cuántas veces hemos escuchado en misa: “Maridos, amad a vuestras esposas y no seáis ásperos con ellas”; “Mujeres, que enseñen a amar a sus maridos y a sus hijos”; “Ámense los unos a los otros”; esto sólo nos demuestra que en el hogar lo único que no puede faltar es el amor, una casa sin amor se vuelve un campo de batalla.

El amor permite que podamos vivir en armonía, cuidándonos, sirviéndonos, ayudándonos, perdonándonos e interesándonos por el bienestar de los otros; en un hogar puede haber carencias materiales, pero jamás debe faltar el amor.

Sin querer nos vamos descuidando y dejamos entrar a los monstruos que destruyen nuestro hogar, aprovechemos este tiempo valioso y hagamos limpieza desde el corazón.

Lo más leído

skeleton





skeleton