¿Inauguración deportiva o alegría de excesos?

Ivette Laviada: ¿Inauguración deportiva o alegría de excesos?

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Nos unimos a las voces de tantas personas que ofendidas la han alzado por la burla recibida en la ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos en París, no somos pocos quienes profesamos la fe católica, representamos casi un 30% de la población mundial, y la osadía del Comité Olímpico Internacional (COI) me atrevo a decir que fue calculada para colocar la agenda woke ante los millones de aficionados a los deportes en todo el orbe, muy hipócritamente faltaron a su propio reglamento que, en el numeral 50 impide hacer proselitismo de ninguna clase (dicho en pocas palabras), pero que tal que sancionaron a un deportista brasileño para que no utilizara su tabla de surf haciendo alusión al Cristo del Corcovado, enorme monumento emblema de su país.

¿Cómo no estar ofendidos cuando en un show que -ni venía al caso en el tema deportivo- utilizaron una imagen que para los católicos es sagrada? La representación de la Última Cena de Leonardo Da Vinci, es para nosotros la representación de la Eucaristía, instituida por el mismo Jesús en la cena con sus discípulos antes de ser apresado y crucificado, un momento en su vida con los apóstoles en el que nos comparte que Él se quedará con nosotros bajo las especies del vino y el pan.

Tan clara fue la ofensa que también grupos islámicos protestaron; no, no se trata de grupos “de ultraderecha conservadora”, o de “ignorantes del arte” que no supimos ver la diferencia entre el cuadro del “Festín de los Dioses” (Jan Harmensz van Biljert, 1635) y la “Última Cena” (Leonardo da Vinci, 1498). Se trató de una campaña política para avanzar una agenda ideológica, haciendo una burda parodia a un símbolo sagrado para los cristianos.

El cuento de que no quisieron ofender nuestra fe no es creíble, cuando, además, utilizaron otros símbolos como el “jinete del apocalipsis” o el “becerro de oro”, en medio de caracterizaciones que hacían alegorías a excesos en la bebida y comida, corrupción de menores, pederastia y el desfile de drags con vestuario, maquillaje y bailes subidos de tono para una audiencia que está dirigida a toda la familia.

¡Allí hubo dolo, premeditación, alevosía y ventaja! no es una exageración que tantas personas estemos levantando la voz, no es una exageración que personas de todo el mundo, distintos países, culturas e incluso credos, ante dicho espectáculo, hayamos sentido lo mismo, que fuimos burlados por una parodia nunca antes vista y no es exageración que patrocinadores se hayan retirado.

La disculpa pública de Anne Descamps, vocera del comité organizador quedó muy pálida, “no quisimos ofender a ningún grupo religioso”; el director artístico, Thomas Jolly, dijo que no quiso denigrar nada, sólo mostrar una fiesta pagana que reparara y reconciliara.

¡Pues que tremendo error de cálculo que no supieron supervisar los miembros del COI!

Los excesos de todo tipo están reñidos con el mundo del deporte, mientras nuestros jóvenes se sacrifican y dan la vida por tener un lugar para representar a su país en esta gesta deportiva, en lugar de exaltar esta vida de sacrificio que les valió el ticket de entrada, se dedicaron a exaltar todo lo opuesto, que incongruencia más grande, que desatino para el mundo y lo que deben significar las Olimpiadas: unión, compañerismo, paz.

La voz está alzada, a ello se sigue la invitación a hacer actos de reparación ante el Santísimo, visitemos y valoremos a Jesús Eucaristía, sabemos que vienen tiempos peores pero la victoria es de Cristo.

Lo más leído

skeleton





skeleton