Hasta pronto mamá, Doña Mirna León

Jacinto Herrera León: Hasta pronto mamá, Doña Mirna León.

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Doña Mirna era una mujer de 87 años de edad, y por fortuna es mi madre. Mujer de carácter fuerte, principios y valores bien cimentados, pero cuya debilidad es la comida. Maestra de profesión, jubilada, y a quien Dios y los médicos de la T-1 del IMSS -bastión emblemático erigido en los ex terrenos del Fénix-, le brindaron la oportunidad de pasar muchos eventos anecdóticos con la familia, a pesar de haber sido presa de diversas circunstancias, y haber estado ingresada y haberle salvado la vida. El pasado 22 de julio, decidió partir.

Quiero comentarles que más allá de ser médico, soy un ser humano con virtudes, defectos y sentimientos como cualquiera de ustedes amables lectores, y recientemente transité por una de las experiencias más dolorosas, con angustiosa zozobra, al ser testigo, una vez más, de que en nuestro gremio, de común acuerdo con el paciente, podemos brindar mayor expectativa de vida con mejor calidad, pero el número de años lo decide el Creador. A Doña Mirna esta vez la abatió un problema médico, que tan sólo fue la vía que “Él” decidió para llevársela. Su enfermedad, en esta ocasión, retó a los más avezados en la medicina, quienes perdieron después del jaque.

Abundando sobre el particular, durante estos días he tenido emociones e imágenes mentales encontradas. Los recuerdos de mi niñez, aquel olor a huevos revueltos por las mañanas, su comprensión y caricias cuando más lo necesitaba, y ni qué decir de sus mensajes cotidianos para desearnos un excelente día con bendiciones para que todo saliera bien, eso sí, cerrando sus frases con los emotivos “emoji”, con un corazón y la leyenda agregada de “te quiero mucho”. Siempre pendiente, me decía lo orgullosa que se sentía con cada reconocimiento, medalla o diploma recibido. Ella, junto con el recuerdo de mi padre Don Chinto, era mi motor, al igual que lo son mi esposa y mi hijo. Recuerdo las llamadas por teléfono para no olvidar llevarle sus medicamentos, los días de cumpleaños que desde mi infancia trataba de que fueran los mejores… en fin, tantas vivencias que llenarían más de un antiguo librero.

Quiero dejar en claro y ponerme de pie, ante la encomiable entrega de mis compañeros, y me refiero a esa nueva generación de médicos que tantas veces criticamos y pocas veces conocemos cómo se la “juegan”, en ese espacio tan pequeño físicamente, pero tan grande en conocimientos, que salvan o dan paso a la omega de nuestro transitar terrenal. Médicos de carne y hueso, que no duermen y cuando lo hacen, como secuelas les quedan las marcas del escritorio o del teclado de sus computadoras en los que realizan las anotaciones.

Finalmente, agradezco a Dios la oportunidad de habernos dejado a Arturo (+), Luis, José Gabriel, Mirna y a mí, a Doña Mirna durante 87 años.

Querida Mamá, todos vamos a volver a vernos en alguna parte. Besos cariñosos. Te daremos el último adiós este viernes 26, a las 7:30 pm, en la Iglesia Sagrada Familia.

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