Alguien me puede escuchar, por favor

Jacinto Herrera León: Alguien me puede escuchar, por favor.

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Hoy más que nunca, es preocupante la transición acelerada del modelo tradicional de comunicación, con toque humano, presencial y plagado de emociones, a las modernas plataformas digitales que privilegian la inmediatez, cual frías e impersonales relaciones. La pandemia tan solo fue la cereza en el pastel, que con justificado distanciamiento, aislamiento y poco tacto entre semejantes, le abonaron a lo que venía sucediendo desde los años 90s. Como resultado tenemos cambios conductuales y dificultades cuando de comunicación efectiva se trata. De la noche a la mañana, se desdibujan postales de otrora época; a nivel laboral tenemos jefes que practican la evasión avestruz, ante su impericia y falta de expertiz en la comunicación efectiva y resolutiva. Amén de los escenarios políticos, al final de las elecciones.

¿Te has dado cuenta cuánto nos aísla la tecnología? Sólo baste ver a una familia que viaja en carretera, el papá maneja y escucha la radio o habla por su celular (eso sí con manos libres), la mamá no se despega de la Laptop, mientras los hijos están atrapados por algún juego del ciberespacio. Nos horrorizamos y satanizamos este actuar, siendo nosotros quienes provocamos aislamiento inter-personal y, cual jueces ciegos, recriminamos.

Hoy más que nunca añoro el obligado domingo familiar con mis padres o abuelos, donde reíamos, contábamos experiencias y, por ende, se fortalecía el vínculo fraterno. Por otro lado, y si de medicina hablamos, nos obligaban a utilizar lenguaje coloquial y asequible al momento de atender a algún paciente, explicarles sobre su enfermedad y precisar instrucciones para cumplir con su tratamiento era un arte. Actualmente, existe la “premisa pírrica” de que la tecnología te permite hacer más con menos esfuerzo, sin importar sacrificar los sentimientos o emociones de un enfermo. Cuidado violentes los indicadores por servir con calidad humana, el peso de la guillotina te sancionará por tal desacato.

Hoy, si tenemos suerte, podrás “charlar” con tus superiores, hermanos y familia a través de mensajes. Toda la vida estamos corriendo, no tenemos tiempo para sentarnos y lograr que nos escuchen y entiendan los hijos, pacientes o compañeros de trabajo. Los avisos escolares llegan por internet, al igual que las calificaciones. Cuando el enfermo nos pregunta o increpa sobre determinada indicación para recobrar la salud, le respondemos “está escrito claramente en su hoja de egreso”, o, véalo en su receta.

¿Qué está pasando? Pues se nos está olvidando que la comunicación implica sentimientos, lenguaje corporal, tonos de voz, entorno, vivencias, matices y calor de la voz humana. No destruyas uno de los últimos remansos que separan al ser humano de los animales inferiores. Busquemos de forma impostergable ese equilibrio humano-tecnológico y úselo como herramienta de construcción para el progreso, evadiendo tendencias destructivas.

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