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La historia de la propina (del latín propinare, “dar de beber”) se remonta a la Inglaterra del siglo XVI, cuando los invitados dejaban dinero a los anfitriones para compensar el trabajo extra que les generaban a sus empleados.
En México la práctica de dar propinas inició en el siglo XIX, cuando se otorgaban a los mozos, camareros y otros trabajadores como una forma de expresar gratitud hacia el servicio recibido, integrándose en las costumbres sociales de la época.

La propina, aunque no era obligatoria, se convirtió con el tiempo en un componente esperado por los trabajadores de la gastronomía, la hotelería y otros sectores de servicio, funcionando como un complemento a su salario base que generalmente es bajo.

Esto llevó a que la propina se transforma en un medio de subsistencia para muchos, dado que los salarios en estas industrias no siempre reflejan el costo de la vida o el esfuerzo que implica brindar un servicio de calidad.

Normatividad
Desde la perspectiva legal, las propinas en México no están reguladas de manera específica en términos de obligaciones, lo que significa que no es un deber legal dejar una propina. Sin embargo, el marco jurídico del país reconoce que las propinas son parte de los ingresos del trabajador, pues en la Ley Federal del Trabajo se establece que estas deberían ser consideradas parte del salario de los trabajadores de hoteles, restaurantes, bares y otros establecimientos análogos.

La jurisprudencia con número de registro digital 2025185, publicada en septiembre de 2022, establece que en caso de litigio, cuando exista controversia sobre el monto que perciben los trabajadores de hoteles, casas de asistencia, restaurantes, fondas, cafés, bares y otros establecimientos análogos por concepto de propinas, la carga probatoria corresponde al patrón, considerando que éstas forman parte del salario y cualquier controversia vinculada con tal elemento de la relación laboral define que dicha carga corresponde a esa parte procesal.

En virtud de lo anterior, es importante que cada empresa reúna sus registros y evidencias que lo puedan respaldar en caso de una contingencia legal, independientemente de las regulaciones internas adicionales para la distribución y manejo de propinas entre los empleados.

Monto
Aunque inicialmente el acto de dar una propina era un gesto espontáneo, con el tiempo esta práctica y su monto se estableció como una norma social que varía de acuerdo con la cultura.

Mientras en ciudades como Roma o París el porcentaje de la propina ronda entre el 5% y 10%, en Nueva York se acostumbra dar entre el 20% y 25%. En México lo socialmente aceptable es entre el 10% y 15%, dependiendo de la calidad en el servicio.

Por su parte, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha expresado que no existe un monto mínimo ni máximo de propina y tampoco deben ser incluida en la cuenta, ya que, como se ha mencionado, las propinas son una gratificación voluntaria que deja el comensal basado en un servicio recibido.

Aunque la propina no es un requisito impuesto por la ley, su fundamento se encuentra en el reconocimiento de un servicio bien realizado y ha llegado a ser una práctica común y esperada en muchas industrias, especialmente en la gastronomía, la hotelería y servicios como gasolineras y valet parking.

Con la debida conciencia sobre la cultura de propinas y reciprocidad, tanto trabajadores como clientes pueden tener interacciones más gratificantes y justas en el ámbito del servicio que se brinde con calidad y respeto.

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