Las bibliotecas Iturralde de Valladolid (I)
Joed Amílcar Peña Alcocer: Las bibliotecas Iturralde de Valladolid (I).
Las bibliotecas son espacios que nos vinculan con el conocimiento, la cultura y la educación, al otorgarles un nombre creamos un nexo con una persona, un lugar, un hecho o una idea que tiene un significado para nuestra sociedad.
Dar nombre a las bibliotecas es una práctica que nos ha acompañado por varios siglos, es una estrategia para que la memoria perviva.
Los nombres de las bibliotecas que aún tenemos pueden servir como muestrarios de nostalgia, el conocer el que tuvieron las bibliotecas que han desaparecido de nuestro paisaje es adentrarnos en el olvido. Demos un paseo por la historia de las bibliotecas Iturralde de Valladolid.
Yucatán siempre ha presumido de ser un paraíso para la cultura y las artes, las personas que vivieron en nuestro Estado durante la segunda mitad del siglo XIX se encargaron de hacer de aquellos años un período de gran actividad cultural.
No faltó la fundación deimportantes bibliotecas, algunas animaron la vida académica de las instituciones formadoras de la capital, el Instituto Literario de Mérida y el Conservatorio Yucateco.
Valladolid no podía quedarse atrás. Entre los años 1877 y 1878 se celebró la fundación del Instituto Literario vallisoletano, era el espacio educativo de nivel superior que por tantos años los habitantes locales habían añorado. El vallisoletano José María Iturralde Larafungía como Gobernador, por lo que fue el principal responsable de esta notable mejora para la ciudad.
Varios años después de su fundación, el Instituto Literario era una de las instituciones más notables de la ciudad, un orgullo de la región. Iturralde Lara nunca sería olvidado por este regalo a su tierra natal.
El 4 de diciembre de 1886, Isidro Moreno envió una carta a la redacción del semanario La Sombra de Cepeda, con el fin de dar a conocer lo que animaba el paso de los días en Valladolid. Su carta decía que “muchas veces pasan desapercibidos acontecimientos dignos de ocupar la atención de la generalidad, ya sea por la modestia de los individuos que los llevan a cabo o influyen en su realización, o porque los que los presencian o conocen se abstienen de narrarlos y darles la publicidad que merecen”, sobra decir que el señor Moreno no deseaba participar de ese silencio.
En su carta, Isidro Moreno presentó un recuento de las mejoras educativas de Valladolid, del gran número de estudiantes que acuden a las escuelas y de un número nada despreciable de jóvenes que asistían al Instituto Literario.
Pero lo que nos interesa es una buena nueva que dio sobre este establecimiento, se había inaugurado su biblioteca: “La Biblioteca ‘Iturralde’ anexa al mencionado establecimiento [el Instituto Literario], es naciente todavía; sin embargo, llena en lo posible su objetivo y esperamos que con los esfuerzos del actual Jefe político y de algunas personas generosas de esta localidad, tomará el impulso progresivo que necesita para ser un verdadero centro de lectura.”
Iturralde Lara fue homenajeado a través de la Biblioteca del Instituto Literario. El Instituto Literario desapareció años más tarde; la Biblioteca “Iturralde” compartió el mismo destino.