Imperfecciones e insuficiencias: el primer debate presidencial

Joed Amílcar Peña Alcocer: Imperfecciones e insuficiencias: el primer debate presidencial.

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Los debates presidenciales ocupan un lugar especial en la historia reciente del sistema político mexicano, su importancia no está a discusión, no obstante, las experiencias más recientes dan cuenta de debilidades técnicas de producción: malos ángulos de cámara, actores secundarios que han llamado más la atención (el episodio de la edecán) o la falla de instrumentos como los relojes. Estos problemas son agudizados por el formato rígido con poco espacio a la naturalidad y se aderezan con un contenido informativo endeble, considerando que el debate es sustituido por la caricaturización del oponente o la diatriba. El pasado domingo (7 de abril) presenciamos el primero de tres debates agendados; participaron Xóchitl Gálvez (PAN-PRI-PRD), Claudia Sheinbaum (Morena, PV y PT) y Jorge Álvarez Máynez (Movimiento Ciudadano). La actividad política previa no levantó la expectativa y su desarrollo no brindó momentos memorables para animar más la contienda y las reacciones posteriores sólo sirven para decir lo que no se dijo cuando debía ser dicho. Es resumidas cuentas, se trató de un ejercicio comunicativo aburrido para quien buscaba una reedición de los debates del 2018, poco substancioso para quien buscaba información concreta y suficiente para quienes sólo esperaban el cumplimiento de los procesos de nuestra democracia.

Dejando de lado los sinsabores del debate, fue un ejercicio que responde a los requerimientos de una democracia más participativa, deliberativa e informada. Aunque su realización responde a esos motivos, debemos decir que se quedó corto en alcanzar el están dar esperado para una democracia ya experimentada. Las intervenciones de las candidatas y el candidato ofrecieron información fragmentada, acusaciones con poco ímpetu y propuestas vagas. Los resultados de este debate son poco relevantes si lo pensamos como factor de orientación del voto, en esencia el desarrollo e interacción entre candidatas y candidato sólo confirman las tendencias que muestra la estadística electoral. Pero podemos apuntar alguna cosa sobre cada participante.

Claudia. Asumió responsablemente la preparación del debate y priorizó dar continuidad a la narrativa sobre su proyecto político. Presentó datos que brindan contextualización a su labor al frente de la CdMx, no obstante, varios datos requieren verificación puntual. Le faltó contundencia en sus intervenciones, pero consiguió (con ayuda involuntaria de Máynez) fijar a Xóchitl como candidata del PRIAN, con la carga negativa que eso tiene en el imaginario colectivo.

Xóchitl. De forma sorprendente reflejó nerviosismo y poca estructura en sus intervenciones, por ello, aunque presentó críticas de peso, no logró que tuvieran eco. Este pudo ser el momento de dar impulso a su campaña, pero desperdició la oportunidad por una mala estrategia comunicativa. Se notó una preparación cuidadosa del contexto, como prueba su invitación como asistentes a víctimas de la Línea 12, el Colegio Rébsamen y una madre buscadora, pero no logró darle peso.

Máynez. Su mayor logro fue colaborar, sin querer queriendo, en la construcción de Xóchitl como candidata del PRIAN. Ofreció una serie de propuestas con más datos y argumentos que sus contrapartes, pero no por ello más concretas. Se notó artificial su sonrisa, anticlimática en determinados momentos.

Tengamos por seguro que esta experiencia inicial alimentará la expectativa sobre el debate del 28 de abril, que esperamos sea memorable y no de trámite, como el que ahora comentamos.

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