¿El comercio tiene ética?
José Luis Ripoll Gómez: ¿El comercio tiene ética?.
Un hombre sin ética es una bestia
salvaje soltada a este mundo
Albert Camus
Entendemos por moral “al conjunto de reglas, de normas de convivencia y de conducta humana que determinan las obligaciones de los hombres, sus relaciones entre sí y con la sociedad”. Por su parte, la palabra ética refiere “al problema del bien y del mal, establece el código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena y cuál es el sentido de la vida”.
En una sociedad altamente economizada, en donde todo o casi todo tiene un valor de cambio, ¿qué caso tiene hablar de moral o de ética? Pues resulta que efectivamente la ética tiene que estar presente en todos los actos del hombre, incluido los actos de naturaleza mercantil o comercial. No debe permitirse que los actos de naturaleza económica no tengan un control ético o moral, porque de lo contrario se estará permitiendo cualquier situación que justifique la utilidad o la ganancia por encima de los valores del ser humano. Los comerciantes sin escrúpulos seguro no creen esto.
Se han hecho esfuerzos significativos para tratar de minimizar las prácticas poco éticas en las actividades económicas y en las pericias desleales de comercio; hemos dicho que no se debe generar riqueza desprovista de ética por mucho que sea su bonanza, esto último es inaceptable.
En el capitalismo rampante la competencia por apoderarse del mercado es a muerte, no es tú y yo, sino tú o yo. Las empresas deben competir entre sí para sobrevivir, al hacerlo lo deben hacer con un piso que sirva de base, un mínimum de reglas éticas. No es aceptable que en aras de conseguir acaparar al mercado se carezca de reglas de competencia y, por lo tanto, todo sea válido, incluso lo inmoral y lo no ético. Recordemos la propuesta kantiana de ética, actuar de tal forma que tus actos tiendan a convertirse en ley universal, es decir, válidos para todos erga omnes. Todo acto mercantil debe llevar una moral determinada, es inaceptable lo contrario, por mucho que sea su atractivo utilitario.
Desde el discurso empresarial las empresas deben comportarse éticamente en relación a sus empleados e incluso frente a sus compradores, empero en el terreno de la lacerante realidad dista mucho de serlo. El empresario está en un constante pleito por controlar y someter a sus trabajadores y estos por vencer al patrón. El consumidor debe cuidarse del vendedor que al adquirir los bienes y servicios sean los que realmente acordaron y no recibir “gato por liebre”. Parece un sálvese quien pueda. Es un constante enfrentamiento por evitar ser apabullado por la alteridad. Por lo menos en nuestro país, así funciona. En otras latitudes sobre todo en países desarrollados es diferente.
En épocas como éstas, donde la aparente bonanza (aguinaldo y fiestas de fin de año) generan una ilusión falsa, debemos tener cuidado de no caer en manos de comerciantes sin escrúpulos que en aras de ganar, a como dé lugar, nos den bienes y servicios de mala calidad.