¡No sé nada, ni qué hora es!

José Luis Ripoll Gómez: ¡No sé nada, ni qué hora es!.

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Las horas se adelgazan; de una salen diez.
Es el trópico, prodigioso y funesto,
nadie sabe qué hora es
Carlos Pellicer

A manece en domingo y no sé bien qué hora es. El teléfono móvil de marca asiática aparentemente inteligente, indica una hora más. Pero el cuerpo acostumbrado a despertar entre las 6 y las 6:30 horas, sabe que no es verdad. Tampoco sé a ciencia cierta si estoy vivo o por lo contrario, si es mi espíritu quien me engaña. Descartes lo pretendió resolver con su: cogito ergo sum (pienso luego existo). La única seguridad que existo, es que pienso.

Son tiempos de incertidumbre donde aparentemente casi todo parece tener la posibilidad de ser. La posmodernidad tiene por elementos fundamentales: el relativismo y el subjetivismo. Ambos sirven de fundamento para comprender los fenómenos desde diversas perspectivas. Todo se vincula al tiempo y lugar. El sujeto también juega un rol elemental, tiene derecho a decir y ser lo que quiere ser. “Las cosas no son en sí, sino en mi”, diría el viejo Kant.

Hegel cuestionó ¿por qué hay algo y no nada? Hoy todos reclaman el derecho a decir aún sin razón. El libre desarrollo de la personalidad permite que algunos esgriman su sentir lo que quieran. Desde un “magistrado” que compitió para el Consejo General del INE, hasta gente que argumenta ser un día mujer y al otro día hombre y, luego, otra vez mujer y así en sinnúmero de veces. Si recomiendas psiquiatra te tachan de intolerante ante realidades ajenas, de no respetar las orientaciones e identidades sexuales. De ser machista entre otros adjetivos infundados. Todos necesitamos psicólogo y hasta psiquiatra. En este mundo convulso: ¡todos estamos locos! Hemos propuesto también la necesidad de una filosofoterapia, que nos ayude a entender la misión en el mundo y la búsqueda de la felicidad.

Para muchos las redes sociales parecen ser los termómetros de lo que está bien o mal. Más allá de los fake news, memes o argumentos simplistas y sin contenidos. Hoy quien no está en red, no es, no existe para esta cibersociedad.

Antitaurinos y supuestos defensores de animales piden prohibir la fiesta de los toros, pero no dicen nada cuando se trata de zoológicos, rastros, pesca, cacería de patos, ni alzan la voz por animales que sirven también como los toros, para alimento humano. Es una cuestión cultural y de intereses políticos y económicos. Nuestra abuela, como muchas otras, acariciaba a la gallina unos minutos antes de cortarle el pescuezo. Habría mejor que discutir si para vivir, hay que matar.

¿Qué es el tiempo? Alguien dijo, es el que el reloj señala. Empero el tiempo del reloj puede ser manipulado por el político que tiene el poder de decir una hora más o una menos. O concluir que no hay nuevo horario y nos quedamos como estábamos. Lo sostuvo artísticamente el poeta Carlos Pellicer: “Relojes descompuestos, voluntarios caminos sobre la música del tiempo. Hora y veinte. Gracias a vuestro paso lento, llego a las citas mucho después y así me doy todo a las máquinas gigantescas y translúcidas del silencio”.

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