¡Ainas salimos de pobres!
José Luis Ripoll Gómez: ¡Ainas salimos de pobres!.
Los yucatecos conocemos la expresión ainas, la utilizamos para referirnos a algo que casi ocurre o algo que casi logramos obtener. Sin embargo, la palabra tiene origen diverso. Del latina agina “actividad” y agere hacer, significa por poco. El modismo yucateco es ainas, apenas, muy cerca.
El México de finales del siglo XIX y principios del XX tuvo por característica su fuerte admiración a lo europeo. Crítico agudo de la mexicanidad, Samuel Ramos lo describe en su obra El perfil del hombre y la cultura en México. En primer lugar, sostiene que los mexicanos nos autodenigramos e imitamos. Este sentimiento nos ha llevado a la conciencia social de inferioridad étnica, motivada por la influencia y autobúsqueda de lo europeizante. Es verdad que no somos españoles, pero tampoco indígenas. Somos mestizos. Según Ramos esa condición y su aceptación nos permitirán salir del “atorón” como país. Ainas somos españoles y ainas somos indígenas.
En Yucatán, nuestra avenida Paseo de Montejo y las casas que lo acompañan son muestra de que hemos querido implantar en esta tierra del faisán y del venado copia del modelo Francés de urbanidad bajo una “lógica”, más allá de lo estético, de una superioridad europea. Es decir, todo lo que provenga de Europa es mejor que lo nuestro. Para el mexicano, sostiene Ramos: “Francia es el arquetipo de la civilización moderna”. Gracias a la influencia afrancesada de Porfirio Díaz Mori tenemos hoy un Paseo de Montejo que posibilita a mucha gente obtener recursos económicos que les permite vida económica. Bienvenida Europa y, particularmente, Francia a Mérida. Ainas es Francia.
Muchos paisanos yucatecos se sienten orgullosos de poseer apellido francés o español. Son, según ellos, parte de esa Europa conquistadora. Los “menos afortunados” se atreven a castellanizar sus apellidos mayas. No se confundan, ¡somos mestizos!
En segundo lugar, el mimetismo es otro fenómeno sociológico de nosotros los mexicanos, según dice Ramos. Soy, pero no estoy. Ainas me encuentras. Ejemplo de la imitación y mimetismo del mexicano es el devenir constitucional del siglo XIX. Después de copiar los textos constitucionales casi íntegros, jugamos vacilantes entre el federalismo y el centralismo. Como pocos países en el mundo, el nombre de la nación es el mismo de la centralizada ciudad capital, es decir, México es México por la Ciudad de México. Ainas somos federales.
La esperanza sigue siendo un ideal para los mexicanos. Aunque en los últimos años se cumple a cabalidad el “destrozamiento de la esperanza” al que se refiere Erick Fromm. Finalmente, el futuro nos alcanzó y nos encontró pensando en el pasado.
¡Ainas salimos de pobres, estamos cerca de lograrlo! ¡Ainitas la brincamos! ¡Ainas jugamos el quinto partido del mundial! ¡Ainitas entramos al primer mundo!