El único sueño de “alegría”

José Luis Ripoll Gómez: El único sueño de “alegría”.

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Los mayas no podían tener otro sueño de
alegría que el del alcohol, ni otra esperanza de
liberación que la muerte
Salvador Alvarado Rubio

Cuando uno viaja a través del Estado observa que en las entradas y salidas de los pueblos y comunidades no pueden faltar las tiendas de venta de alcohol. Casi todo asentamiento humano en Yucatán tiene su tiendita de bebidas etílicas. Esta situación es una constante en la historia de la entidad.

Una forma de controlar a las comunidades indígenas ha sido embruteciéndolos con alcohol. Esto ha llegado al extremo, pues no hay fiesta en el pueblo sin alcohol. Es tanta la manipulación del alcohol por parte de los gobernantes, que han controlado los horarios y las licencias para la venta, no para desalentar su consumo, sino para generar mafias, clandestinos, alcohol adulterado, sobornos y corrupción en su distribución y consumo.

Según la Secretaría de Salud, uno de cada cuatro muertes por congestión etílica ocurre en Yucatán. Los números son alarmantes: el 17.9% de los estudiantes de primaria ha probado una bebida alcohólica alguna vez en la vida (22.4% hombres, 13% mujeres) y 2.8% ha presentado consumo excesivo de alcohol.

Entre los jóvenes de secundaria, también son dramáticos los niveles de consumo. Según un Diagnóstico del Consumo de Drogas del Área de Influencia de los Centro de Integración Juvenil de Mérida y Yucatán el consumo per cápita, a nivel nacional para hombres es de 7.269 litros y para mujeres de 2.076; para Yucatán es de 6.655 y 2.789 litros respectivamente.

En cuanto a los estudiantes de secundaria de Yucatán que han probado alcohol, se presenta la siguiente prevalencia: alguna vez en la vida, 34.4% para hombres y 30.3% para mujeres; en el último año, hombres con 17.4% y mujeres 16.6%; y en los últimos 30 días, para hombres 11.8% y para mujeres de 10.3%.

Como siempre ocurre, las autoridades de todos los niveles no asumen sus responsabilidades, se exculpan con múltiples pretextos, pero nadie “toma el toro por los cuernos”. Sabemos de antemano que es una forma de controlar a los indígenas manteniéndolos ocupados en “oasis etílicos”. La salud, la pobreza, la marginación, la desintegración familiar son tan sólo algunas de las nefastas consecuencia del alcoholismo.

En la historia del pueblo maya de Yucatán tres factores reales de poder han abonado al estancamiento y pobreza. Lo sostiene magistralmente el considerado por muchos “el Abraham Lincoln del Mayab”, Felipe Carrillo Puerto: “Entre los gobiernos que no educaron a la gente, la iglesia que los ha embrutecido y los hacendados que los han esclavizados junto con el alcohol, estamos absolutamente perdidos”.

¿Hasta cuándo el glorioso pueblo indígena maya de Yucatán encontrará las condiciones necesarias para el progreso y desarrollo? Los jóvenes en el Estado ¿están condenados a ser víctimas del consumo inmoderado de alcohol?, ¿por qué los gobiernos no implementan políticas públicas orientadas a disminuir su consumo entre los indígenas y jóvenes?, ¿será acaso que les conviene tenerlos adormecidos por el abuso del alcohol?

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