Sin humildad… no hay paraíso

Juan Manuel González Ponce: Sin humildad… no hay paraíso.

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Terminando la serie de play offs de beisbol de grandes ligas, entre los Dodgers de Los Ángeles y los Padres de San Diego, me doy cuenta de los resultados de la misma, y de cómo la humildad se convierte en un factor importante en cualquier evento que nos suceda en la vida. Independientemente de la rivalidad que haya entre los equipos, debemos recordar que los equipos son formados por personas, y la calidad humana de cada uno de ellos se permea en todo el equipo. Y lo peligroso de esto es que, cuando las cosas salen a tu favor, pudieras perder el piso y la soberbia puede crecer exponencialmente, o si los resultados son negativos, puede causarte mucha frustración, decepción, depresión y falta de control de tu carácter y tus acciones.

Aquí te comparto 5 actos de humildad que te causarán paz mental:

1. Respeta la propiedad ajena: el error que cometieron los soberbios de San Diego fue meterse con la gente de Los Ángeles en su propia casa. Lo que provocó la reacción violenta (no justificada) de algunos aficionados. Aunado a otro jugador que se dedicó todo el juego a bailarles en el jardín derecho provocándolos aún más. Las cosas ajenas deben respetarse, en tu casa pórtate como tú quieras, en la mía no.

2. No subestimes a tu rival: si andas compitiendo por algo y con alguien, no te confíes de absolutamente nada. Lo que tú puedes ver como una debilidad, pudiera ser una fortaleza muy grande, pero que el rival no decide mostrarte de inicio. Sólo recuerda a David contra Goliat.

3. Hay que ser humilde en la victoria y en la derrota: el respeto que le tengas a tu rival, es el respeto que el rival te tendrá a ti. Que no se te suba en la victoria y que no te deprima en la derrota. Reconoce a tu rival siendo ganador o perdedor y demuestra que la humanidad es más grande que cualquier competencia.

4. Sé empático en las desgracias: cuando más respeto debes mostrarle a tu rival es cuando tú ganaste, ese es el acto de mayor humildad que pudiera existir. No te burles de sus fracasos y, sobre todo, de sus errores, pues ganar por los errores de otros, no significa que eres mejor que él. Simplemente que te aprovechaste de eso para salir victorioso.

5. Reconocer los errores: si no llegaste a cumplir con todo esto, sólo te compete como último acto de salvación, reconocer que la regaste y seguir con tu vida. El reconocimiento de un mal comportamiento y el pedir disculpas es el inicio de tu madurez.

Espero los Padres de San Diego hayan aprendido la lección.

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