Algo usado
Julia Yerves Díaz: Algo usado.
No es extraño que las fuerzas personales tiendan al agoto un poco antes de la mitad del año. La vida, ese conjunto de acciones que se repiten día tras días, pareciera caminar en la monotonía de un espacio con tonalidades similares, olores similares, sonidos similares, temperaturas similares. Es eso, quizás, la lentitud de un calor estacionado y la impresión de que todo cuanto se hace, requiere un esfuerzo extra. Si la experiencia de vivir y de avanzar como ser humano es ya complicada, hacerlo con un abrazo abrasador la vuelve, a tiempos, desesperante.
Pero la vida tampoco se limita únicamente a eso. Los lados bondadosos existen y se respiran. Tenemos el gusto por tales o cuales cosas, escapes terrenales hacia destinos de mar, de brisa fresca. Placer por lo culinario, por la música, recompensas monetarias por nuestro esfuerzo diario, una habitación con aire acondicionado y una hamaca o cama fría listas para recibirnos y enviarnos al sueño, al descanso. Pero, sobre todo, tenemos la suerte de tenernos; de estar completos y que por hoy nadie falte a la mesa.
En “Estoy cansada”, cuento del escritor portugués Bruno Vieira Amaral, estamos frente a una narración donde participan dos voces. Una insiste en la circunstancia, y la otra explica el porqué de esa circunstancia. ¿Cómo funciona? Hay una mujer que solamente va a intervenir en el texto para decir “Estoy cansada”, “Estoy cansada, Bruno”, “Estoy cansada de todo”, “Muy cansada”. La otra parte, una voz que pudiera corresponder a Bruno, da los motivos de su cansancio y advierto que pesa, que se siente, que no es fácil de reconocer como cierto porque también nos ha pasado.
A la mujer le pesan los años que todavía no tiene, las cortinas sin colgar en la sala, el jabón líquido que ya se gastó, los libros que ahora no le interesan porque no tiene tiempo para leer y para conectar con ellos. Le cansa que ya no puede mirar una película completa y cuando se despierta, algún personaje se ha muerto y no sabe por qué. Le cansan las fiestas, las reuniones de la escuela y la tos seca de su hijo. El transporte urbano, la mancha de humedad en la pared y las formas que han creado, los días que cuidará a su madre en el hospital, la jaula vacía del pájaro, la falta de alpiste, las parejas que no llenan sus expectativas, pero sí las de su hijo.
Estamos cansados; nos pesa algo. O nos pesa todo. Y la voluntad para ir hacia el lado amable de las cosas toma energía. ¿Tendríamos que forzarnos? Absolutamente.