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La poesía es el lenguaje del alma, frase propia que invita a expresar lo que cada uno lleva más allá del físico, es desmenuzar las entrañas sensibles y plasmarlas a modo de metáfora, aliteración, hipérbole, entre otras figuras, dándoles cierto ritmo y métrica libre o determinada.

En este artículo la intención es analizar y hablar de manera general sobre el controversial poema “Misa negra” (“Hostias negras” de El florilegio, 1904) del poeta, periodista y diplomático mexicano José Juan Tablada Acuña, quien fuera iniciador de la poesía modernista en México, pero no conforme plasmó en sus poemas elementos decadentistas (movimiento estético de finales del siglo XIX).

El poema está formado de 10 estrofas, con cuatro versos cada una, constituidos en eneasílabos, la rima es consonante regular.

En él se encuentra una importante contraposición entre la fe con el erotismo, lo espiritual con lo material, la belleza con la fealdad, lo puro con lo profano. La comparación que realiza el poeta con ciertos factores utilizados dentro de la ceremonia religiosa es evidente, por ejemplo, la hostia eucarística, con el cuerpo de la mujer o mejor dicho de la amada.

Y precisamente por lo anterior es que en su momento causó un gran escándalo dentro de su contexto social e histórico, ya que, en ese tiempo, se encontraba como presidente de México Porfirio Díaz, y su esposa Carmen Romero Rubio halló en este poema la peor blasfemia, así como burla en un México apegado a su religión, por lo que le pidió de manera contundente al Presidente que censurara la distribución y lectura del “pecador poema” en 1893.

“En muchos casos los autores decadentes mexicanos fueron criticados más por cuestiones extraliterarias que por sus convicciones estéticas, ya que resultaban peligrosos según los antidecadentistas, por su sentido sectario y por su gusto por el cosmopolitismo, elementos que atentaban contra el proyecto nacional literario que al menos desde la República Restaurada se había trazado para el país”, como menciona Ana Laura Zavala Díaz (2001: 56).

Tablada comenzaba a salirse del molde constituido para los escritores y poetas, donde la mayoría tenía un toque nacionalista y enarbolaba los logros del Presidente en turno, pero él terminó rompiendo con los cánones y se propuso ir más allá de lo establecido, logrando que sus letras rompieran con estigmas, así como que traspasaran fronteras. Logrando de esta manera, tener cierta influencia de la poesía japonesa, esto debido a un viaje que llegó a realizar en 1900 y donde descubrió que dentro del arte japonés se encontraba una marcada utilización de elementos de la naturaleza, el cual integraría de igual manera a su obra poética.

En cuanto a “Misa negra” la intención es distinta, es el catalizador del poeta y como muestra de rebeldía hacia lo establecido, atreviéndose a tocar lo “puro”, “prohibido”, “sacro”, demostrar que el dolor va más allá de lo corpóreo, que así como un sacerdote tiene que enfrentarse a limitaciones y prohibiciones que desatan un continuo malestar, así lo es también para un ser humano corriente, donde las penas invaden y el sufrimiento es necesario para la resolución de cualquier problemática moral.

“El corazón desangra herido/ por el cilicio de las penas/ y corre el plomo derretido/ de la neurosis en mis venas”.
Dentro del dolor también se encuentra el goce: “Y celebrar ferviente y mudo,/ sobre tu cuerpo seductor/ lleno de esencias y desnudo,/ la Misa Negra de mi amor!”.

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