La lucha por los derechos
indígenas no es sólo una lucha
por la tierra, es una lucha por
la identidad y la dignidad.
Rigoberta Menchú Tun,
Premio Nobel de la Paz

Desde diciembre de 1994 la ONU aprobó la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, para recordarse cada 9 de agosto. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas contempla los derechos individuales y colectivos de las poblaciones originarias, entre ellos destacan el derecho a la cultura, la identidad, el idioma, el empleo, la salud y la educación. El citado instrumento reconoce el derecho de los pueblos indígenas a mantener y reforzar sus instituciones, culturas y tradiciones y promover su desarrollo, de acuerdo con sus aspiraciones y necesidades.

La declaración prohíbe discriminar, e insta a promover la participación plena y efectiva de las comunidades indígenas incluyendo su derecho al desarrollo con identidad y el respeto a la cosmovisión de cada pueblo.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México existen 23.2 millones de personas de tres años y más que se autoidentifican como indígenas, lo que equivale a 19.4% de la población total de ese rango de edad.

El Inegi señala que en el Censo de Población y Vivienda 2020 se identificó que en México había 7 millones 364 mil 645 personas de tres años y más, hablantes de alguna lengua indígena, lo que equivale a 6.1% de la población total en ese rango de edad.

Oaxaca (31.2%), Chiapas (28.2%), Yucatán (23.7%) y Guerrero (15.5%) son las de mayor rango indígena. Estas cuatro entidades acumularon 50.5% del total de hablantes de lengua indígena en el país.

En México se hablan 68 lenguas indígenas. Las más frecuentes son náhuatl (22.4%), maya (10.5%) y tseltal (8.0%). De cada 100 personas de tres años y más que hablan alguna lengua indígena, 12 no hablan español.

El Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Conapred) señala que las comunidades indígenas de nuestro país enfrentan discriminación estructural, debido a que han sido históricamente relegadas en ámbitos como la salud, la educación, la justicia y el empleo. Los estereotipos que asocian a las comunidades indígenas con la pobreza o con falta de disposición y capacidad para trabajar han reforzado esta exclusión, tanto en lo público como en lo privado.

La deuda con las comunidades indígenas es tema pendiente. Generemos alianzas para garantizar espacios a las personas que conforman esas comunidades, para que sean escuchadas y tomadas en cuenta al momento de estructurar planes, proyectos y programas que afecten e impacten a sus territorios.

*Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán.