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Imaginen una gran alianza opositora sin personajes como “Alito” Moreno, Marko Cortés o “Los Chuchos”. ¿Inverosímil?, desgraciadamente sí. El problema de esos contrapesos de papel que hoy dicen combatir al régimen obradorista está en que varias de sus cabezas se sostienen en corruptelas, mafias cupulares y/o cerrazones a modo, que los hacen poco dignos de abanderar verdaderas causas democráticas.

¡Es lo que hay!, dicen algunas voces parsimoniosas para justificar el oportunismo de quienes tiene secuestrada la bandera de la oposición, como si la construcción de justicia social y mejores condiciones de vida se tratara de abandonarse a los caprichos de algunos cuantos y, en donde pareciera que a la ciudadanía sólo le quedaría rezar para que las cosas salgan bien.

Se les ha dicho de una y mil formas que sin los ciudadanos los partidos políticos no son nada. El mensaje que constantemente llega a las cúpulas del PAN, PRI y PRD se encuentra una y otra vez con oídos sordos. “Si no entienden que no entienden, entonces no han entendido nada”, ¿y así quieren resultados distintos? Ni cómo ayudarlos.

Se suelen escuchar discursos de las cúpulas partidistas en los que pululan palabras huecas sobre la necesidad de un gran acuerdo por el bien de México; sin embargo, en sus intereses ocultos no está ni México, ni la gente, ni el progreso, ni un mejor futuro. Ahí solo hay enjuagues, negocios, posiciones, cargos, grupos y no el bienestar de una nación.

Si de verdad el país estuviera en las agendas de los partidos como la principal opción, no importarían los nombres ni los cargos, bastaría con abrazar una gran alianza que suponga no el mal menor sino el mejor bien posible; pero en los hechos, eso está lejos de suceder.

La importancia de hacer un balance radica en la forma en la que a los ciudadanos se nos ofertan las opciones de cambio. Se critica continuamente el radicalismo y la polarización provocados por López Obrador, los cuales son innegables, pero los partidos de enfrente también tienen responsabilidad en el tema.

¿Es lo que hay?, ¡mmm!, mejor dicho: es lo que nos hemos permitido como sociedad. Porque a final de cuentas los partidos nacen y viven gracias a los votos, y los votos son producto del apoyo ciudadano constante y sonante. Sin ciudadanos no hay partidos, y así, sin partidos no hay líderes caciquiles.

El poder ciudadano es un bien preciado que los partidos de oposición han menospreciado. Por eso vemos padrones cerrados, porque no importan los militantes sino el número de registros necesarios para satisfacer las decisiones internas. En eso tienen mucho que aprender y el golpe de realidad está más próximo de lo que creen. Al tiempo.

ENTRETELONES

Vaya pifia la de los emecistas que viajaron a Ucrania disque a solidarizarse con aquella nación. ¿De quién fue la grandiosa idea de que los legisladores de Movimiento Ciudadano fueran a darse una vuelta a la zona de conflicto?, no cabe duda de que, al puritito estilo de Claudia Sheinbaum, en México ya han nacido varios comediantes que creen tener el poder de parar una guerra.

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