Muertes trágicas, nichos y cruces en carreteras y calles
Miguel Güémez Pineda: Muertes trágicas, nichos y cruces en carreteras y calles.
Una práctica funeraria que aún perdura en la Península de Yucatán, es la colocación de nichos o cruces donde falleció trágica e inesperadamente algún familiar o ser amado. Regularmente se colocan en el lugar más cercano posible a donde ocurrió el deceso: orillas de la carretera, camino, calle o esquina. Se trata de muertes producto de atropellamientos a transeúntes o ciclistas, choques y accidentes violentos de vehículos automotores, incluso de asesinatos en la vía pública.
La costumbre de colocar estos nichos y cruces nos llegó de España durante la Colonia, aunque es a mediados del siglo XIX (1857) con el establecimiento y uso de los cementerios que se convierte en una expresión de religiosidad, una especie de homenaje de cultura popular, así como de una forma de materializar y expresar el duelo por la pérdida de familiares o amigos. La cruz es un antiguo símbolo que la doctrina cristiana usó para la consagración de lugares, y en los caminos y calles fueron apareciendo como monumentos sagrados; aunque pueden contener un significado más personal.
Pablo Huerta Gaytán y otros autores (2018) aclaran que, a estos nichos, cruces o capillitas colocadas en calles o avenidas, se les llama cenotafios que etimológicamente deriva del latín cenotaphium y a su vez del griego kenotaphion que quiere decir “sepulcro vacío”; es decir que no está presente el difunto o la persona a quien se dedica, porque es como un recuerdo o conmemoración. Añaden que erigir cenotafios, en memoria de quienes fallecen en las carreteras es una actividad que se hizo tradición en casi todos los países de Latinoamérica, y por lo ostentoso de las mismas, por complejidad o sencillez de los diversos elementos que las rodean, constituyen verdaderas manifestaciones culturales y auténticas expresiones de religiosidad popular.
Hasta hace algunos años, nichos y cruces formaban parte del paisaje urbano de Mérida y sus periferias, y era común verlos en la vera del anillo periférico, de las carreteras principales o muy transitadas del Estado. Aunque con el crecimiento de la mancha urbana, la reparación y ampliación de la red carretera cada vez se ven menos, se han ido retirando y, con ello, la costumbre se ha ido perdiendo. En tanto que en ciudades del Norte del país como Culiacán se pueden ver muchas cruces y cenotafios que son parte ya de un memorial urbano de personas arrolladas por la violencia.
No existen reglamentos oficiales que regulen o autoricen su construcción y colocación, ni de los tamaños y materiales a utilizar. En la Península yucateca predomina la sencilla construcción de mampostería, de dos aguas tipo capilla (de 80 x 80 cm aproximadamente), con una cruz encima y una pequeña puerta. En cuyo interior pueda contener veladoras y/o flores. Hay quienes suelen ponerle la fecha del deceso y el nombre del difunto.
Existen diversas interpretaciones populares respecto a esta práctica: una de las más antiguas es hacerle saber a los viajeros que transitan por un camino peligroso; otros dicen que funcionan como cementerios para que el difunto descanse en paz, o que es una forma de simbolizar el descanso del alma de las personas fallecidas de manera abrupta. La antropóloga Elizabeth Bergallo, dice que esta expresión religiosa marca el lugar donde acontece un hecho trágico como puede suceder en los caminos. Hay una tendencia a sacralizar el lugar y revestirlo de otro significado.