La importancia de no darse a entender con el proceso creativo en el arte
Raúl Gasque: La importancia de no darse a entender con el proceso creativo en el arte.
Probablemente la ventaja más grande del arte y el proceso creativo del mismo es que… no tenga que ser “algo que se entienda”. A diferencia de otras narrativas como la de la comunicación, marketing y entretenimiento el arte —en todas sus vertientes— puede y debe de tener como prioridad: el verse exenta de ser entendida por todos.
Ejemplos de esta máxima hay muchísimos, pero puedo citar al menos un par. De forma quizá ácida recuerdo hace unos ayeres que a un conocido mío le recomendé una de mis películas favoritas “Fitzcarraldo”, de Werner Herzog. Al recomendarla le hice mención que Fitzcarraldo era una película de culto, porque al momento de realizarse significó un proceso a contracorriente de parte del director. Herzog utilizó todo tipo de artilugio para no utilizar un CGI en pañales. Tampoco requirió una maqueta para filmar la parte en la que un barco cruzaba una montaña — literalmente—. Y lo menos importante de la película era/fue/es la cinta en sí misma. El proceso creativo que sucedió a la producción del film inspiró varios libros entre los que destaca “La Conquista de lo Inútil” y “Mi Mejor Enemigo”. Este último documental en el que Herzog —el director— narra la tormentosa y muy productiva relación que tuvo con el actor Klaus Kinsky. Regresando al punto de inicio al conocido que le recomendé la película —sin consultar ninguna de las referencias— le pareció la peor que se le haya recomendado…
Esta situación me sucedió también recientemente con “The French Dispatch”, de Wes Anderson. La quinta vez que la vi fue con unos familiares que al final me dijeron: “No entendimos nada”. Pero posteriormente, a diferencia de la primera, ellos mismos me dijeron con total naturalidad que no la habían entendido porque les parecía que era un film dedicado para gente que tenía referencias de arte que ellos no tenían. Es correcto. La película mezcla literatura y personajes de las vanguardias del arte del siglo XX. Sin el conocimiento de esto la cinta puede ser demasiado caótica y carecer de sentido histórico.
En la docencia del arte recuerdo que en una preparatoria donde impartí clases, la que era mi mejor estudiante, presentó como trabajo final una serie de imágenes muy bien hechas con un “statement” lleno de alusiones surreales y lecturas metafóricas. Otra maestra a quien invité para que fuera juez en los proyectos finales no entendió el trabajo de la alumna por falta de contexto literal y le dijo que le parecía ambigua al calificarla. Yo, como el maestro titular, le reafirmé a mi alumna que la construcción del proyecto y “statement” podría contener metáforas y por eso le iba a dar una buena calificación. Ya que las imágenes y el texto estaban perfectamente acompañadas. Que si otras partes no entendían por falta de contexto de la preparación del proyecto no era lo más importante. La ejecución era muy sofisticada, sería y precisamente ejemplificaba que no todos teníamos que “entender” lo que ella había hecho.
Es así como le digo a quien lea esta columna: en el proceso creativo o consumo del arte lo más importante es que tú lo sientas. A veces no hay que ni entenderlo.