Cómo traducir un diálogo de flores
Raúl Gasque: Cómo traducir un diálogo de flores.
Primera parte: Patricia Martín Briceño, fotógrafa. En paralelo Oswaldo Catzin Fraga (Osva Káatsim) disciplina: performance. Dos exposiciones: “Malas Hierbas” en Galería Wayak, en Izamal, y “Frutos del Sol” en la Casa de la Cultura Maya Nachi Cocom, en Sotuta.
Un performance denominado “Maleza Transgresora” envuelve todo un universo. El diálogo entre los dos artistas gira alrededor de una conversación que no puede ser narrada linealmente. El reto para describir es precisamente los andamiajes poéticos que los sostienen. Yo que escribo trato de recordar lo que sé y he visto.
Un texto en palabras de Patricia es un oportuno punto de partida: “Las mal llamadas Hierbas Malas, son plantas salvajes que cubren el asfalto, las carreteras, los campos y que el humano moderno quiere desaparecer a toda costa con venenos que verdaderamente enferman el planeta”. Esto se traduce en dos series de imágenes que caminan un trazo paralelo pero no igual. En “Malas Hierbas” los protagonistas son flores, naturaleza, humanos que transgreden y emiten belleza (con Osva principalmente). Interactúan, forcejean, abrazan, todas salvajes, todas vivas, con mucho contraste, retando a la vida, a la mundanidad, “a lo que debe de ser”, haciendo un llamado en silencio para pedir por la tolerancia, por el derecho de decidir cómo vestirse, cómo amar, cómo querer, a quien escoger como familia, en que creer… todo esto crece. De forma frontal y valiente susurrando “K’aas Xíiw” con mucha parsimonia y conciencia encendida.
Paso siguiente: otra serie que camina en paralelo pero se asume en otra locación. En Sotuta, “Frutos del Sol” —K’iin Yich—. Acá las imágenes son “naturalezas muertas”… o más bien vivas a través de su muerte. Quien ejecuta es Patricia Martín Briceño con dos ojos afilados en una luz que conoce perfectamente. A través de estas imágenes ella retrata la vida y la muerte unidas por una cosmovisión que trasciende el etiquetar justamente esto. Una filosofía que brilla como una vela encendida. Con mucha paz: muchos colores que solamente se pueden observar en el oficio de una artista/fotógrafa que ha desarrollado sus propios arquetipos trabajando con frutos y flores, y que ha mirado profundamente por muchas vidas hasta llegar a está. Las vemos, las sentimos y decimos, más bien afirmamos “¡Esto le pertenece a Patricia!”. La noche en que se inauguró, los pájaros y los árboles presenciaron el performance de Osva. Ahí se abrió camino como siendo observado por una multitud de espíritus sagrados. Se entregó una ofrenda. Un regalo para decir gracias al legado Maya que nos arrulla, protege y distingue a los que hemos nacido en la Península de Yucatán. Las luces de las velas observan cándidamente las imágenes y recuerdan con un nicho en la memoria sagrada las ofrendas que han sido dispuestas, para quedarse en el corazón —de quienes las presenciaron— un candor que únicamente puede ser nombrado a través de la experiencia.
Las exposiciones de Patricia Martín Briceño, con performance de Osva Káatsim, en Izamal, en la Galería Wayak, y en Sotuta, en la Casa de la Cultura Maya Nachi Cocom, fueron inauguradas la semana pasada y se pueden visitar en el transcurso de los próximos días.