Miradas al cuerpo en XXY de Lucía Puenzo

Raúl Lara Quevedo: Miradas al cuerpo en XXY de Lucía Puenzo.

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En XXY, filme de la argentina Lucía Puenzo, se describe una trama actual acerca de cómo los individuos buscan encasillar todo a conceptos reconocibles y dominables. Los cuerpos son significados arbitrariamente, haciendo a un lado el sentir del individuo. Lo único relevante es cumplir el papel utilitario del rol en sociedad.

El filme analiza las relaciones sociales que permean la cimentación de la identidad; cómo el individuo se relaciona y adapta a personas, argumentos y contextos particulares ante la configuración y ruptura de poderes hegemónicos, la construcción del cuerpo y el género vivido. Según Ely Chinoy “Un individuo necesita observar para comprender, imitar para habitar y separar para conformar” (Chinoy: 1996, 57). Dentro de la película se aborda el tema de la construcción de la identidad, así como la necesidad de significar al otro para poder significarse a sí mismo.

La trama se sitúa en el seno de una familia que eligió a Alex como “hija” a base de medicamentos y sesgos ideológicos. La adolescente posee una particularidad, es intersexual. El padre, Kraken, es un profesionista enfocado a la vida marina, la madre de la protagonista, Suli es una mujer que acompaña, que intima y guarda una profunda culpa, así como temor ante la incertidumbre por la vida de Alex.

La película sintetiza el caso de la imposición y de las suposiciones de lo mejor para los individuos según la perspectiva de los otros, de cómo involuntariamente existen modelos a los cuales inherentemente rendimos lealtad: los roles colectivos. XXY nos lleva a dar un recorrido por el sentimiento de una familia que se enfrenta al temor de no tener certeza de lo correcto, al imponer sus normas a un individuo: su “hija”, misma que se niega a ser encasillada y desea experimentar, ser sin complacer la mirada de otros. Los personajes en la trama actúan como detonadores o supresores de la identidad. Otros llegan a la trama: un médico infiltrado por su experiencia profesional busca la operación de Alex deseando potenciar lo femenino en el cuerpo de la paciente, esto cegado por el logro profesional de llevarlo a cabo con éxito. Lamentablemente omite ver a detalle, sin importar la superficialidad de la posible solución identitaria (el cuerpo), se pasa por alto el factor dominante, que es el sentir del paciente: el género vivido se reafirma ante el cuerpo asignado, el médico da por sentado que la armonía entre el individuo y la imposición de género llega con la congruencia entre la imagen percibida por Alex y los otros: lo superficial; eso es falso y se evidencia a lo largo de la película.

Desde la construcción de la atmósfera fílmica se busca la empatía con Alex, que pese a encajar o resistir, cualquiera sea el camino que elija mutilará partes de sí misma/o. La obra nos invita a repensar qué hay más mundo que el cuerpo que reconocemos y nos habita.

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