¿Gentrificación o polarización cultural?
Raúl Lara Quevedo: ¿Gentrificación o polarización cultural?
En la última década ha sido común escuchar el concepto de gentrificación, término acuñado al fenómeno en donde individuos ajenos a una comunidad, con mayor poder adquisitivo eligen vivir en un espacio, reacondicionado a sus necesidades. Esto trae consigo mejoras inmediatas al territorio público: iluminación, vías de acceso, transporte, actividades culturales, negocios, pero también el aumento del costo de vida para quienes ya vivían ahí; esto obligará al más desprotegido económicamente a migrar a otros espacios más lejanos de la urbe y mejorar sus habilidades para la obtención de recursos.
Esto no es ajeno en Yucatán, pues Izamal y Valladolid, al igual que colonias meridanas como: Santiago y San Sebastián están experimentando este fenómeno de manera silenciosa, pero palpable. Pero ¿qué tiene que ver este asunto con la cultura?, en días pasados ha surgido una peligrosa polarización entre los extranjeros y los nativos de los espacios, todo esto detonado por la iniciativa para prohibir en Mazatlán la contratación de bandas regionales en las playas, a razón de que un hotelero organizó un concierto de música clásica a la puesta del Sol en la azotea de su hotel, al mismo tiempo que una familia en la playa contrató a unos músicos para tocar unas piezas, ambos sonidos coexisten, pero para el empresario fue razón suficiente para reunir firmas de otros hoteleros y proponer legislativamente al municipio prohibir la música de banda enfrente de las playas de sus hoteles.
Esta situación ha generado controversia y enfrentamiento, pues de un lado, los empresarios “defienden” el bienestar de sus huéspedes y, del otro lado, la libertad de manifestar la cultura en los espacios sociales, porque las playas son públicas antes de todo. Lo interesante aquí es la ágil habilidad de los empresarios para organizarse y proponer legislativamente una norma que prohíba a músicos tocar enfrente de sus hoteles.
Dudas claras, si en dado caso legitimamos la prohibición, ¿daremos paso a una réplica nacional?, ¿marimbas, mariachis o tríos? Todo crecimiento poblacional exigirá políticas que beneficien a ambas partes, por lo cual sería un error prohibir si no hay antes alternativas para que los músicos no pierdan económicamente el sustento para las familias. Sin duda, es un tema importante, pero aún más el nivel argumentativo de medios de comunicación y redes sociales, pues han centrado el debate en la confrontación entre lo mexicano y lo extranjero, la polarización del discurso no permite ver la ausencia de la municipalidad de Mazatlán, de políticas que blinden los derechos culturales de los individuos. Ya que a “río revuelto, ganancia de pescadores”. Es ahí donde hay que poner atención.
Noam Chomsky argumenta que la polarización de las masas siempre traerá un beneficio para el capital y no para el ciudadano, es decir que no hay que ver únicamente a los actores inmediatos (hoteleros y músicos de banda), sino hay que poner atención en el por qué no hay reglamentación y a quién le beneficia. El pueblo de Mazatlán nos ha dado una lección a nivel nacional, la de no callar y exigir a una sola voz: ¡la unidad y defensa de la identidad cultural!