Aún podemos rescatar la magia
Verónica García Rodríguez: Aún podemos rescatar la magia.
Hoy, nuevamente, la lectura se coloca como un protagonista importante del Sistema Educativo Mexicano, al menos en el papel. Los profesores tienen la misión de ponerla en práctica, ¿pero, en dos o cinco horas de clase durante un curso escolar se puede fomentar un hábito, cuando un hábito se forma desde el hogar y durante los primeros años de vida?, ¿cómo compartir una motivación que no se siente?
La tarea no es para nada fácil, pero no hay que angustiarse por ello. Nadie puede convencer a otro de comer comida yucateca si no ha probado y disfrutado un rico frijol con puerco o un queso relleno acompañado de col y salsa de tomate, y más aún, si no se ha sentido cautivado por su sabor. No creo que aquel que come pescado únicamente por salud, pueda convencer a otro de hacerlo.
Sólo podemos compartir la emoción de la lectura cuando la hemos descubierto, cuando hemos experimentado la sensación de sumergirse en su océano de ideas, historias, cantos, sueños, pesadillas y emociones. Sólo podemos compartir la pasión de leer cuando hemos descubierto el placer de leer; y eso, queridos lectores, no se enseña en ningún lado. Sólo puedo compartir algunas sugerencias que ayudarán a fomentar la lectura con tus hijos o con tus alumnos.
La primera es que te olvides de ellos. Para comenzar, concéntrate en ti. Déjate llevar, consiéntete, date la oportunidad de elegir lo que quieras leer, el libro que te llame la atención, por su tamaño color, letras grandes. Olvídate de tener que leerlo todo, o leerlo de determinada manera. Siéntete libre, si no te gusta al empezarlo a leer, ciérralo y coge otro, y así hasta que alguno te atrape. Si el tiempo no te da para terminarlo de leer, llévalo contigo a donde vayas, siempre habrá un buen momento para darle uso, ya sea en la fila del banco, en el hospital, cuando vayas por tus hijos a casa de un amigo, mientras estás en cualquier parte.
Nos han quitado la magia. No se la quitemos a nuestros hijos y a nuestros alumnos. Démonos la oportunidad de sentir placer y brindémosela a ellos.
El libro no es un inquisidor que se divierte dejándonos en evidencia frente a nosotros mismos ante lo que desconocemos, tampoco es un punto más que se acumula para mostrar a los demás qué tan inteligentes somos. Como sucede con las personas, tenemos que sentirnos en confianza para poder transitar libremente entre ellos, los libros, y ser como somos sin ninguna inhibición. Te aseguro que no te cuestionará ni hablará bien o mal de ti a tus espaldas.
El libro ha vivido por tanto tiempo y ha sido protagonista del proceso de evolución del pensamiento, que le hemos acumulado nuestros miedos, angustias, solemnidades, al grado de avejentarlo.
Lo que hemos de atribuirle al libro como respeto se ha convertido en el primer obstáculo para leer. No olvidemos que parte de la magia de leer es el sentido de la libertad. Enseñar a nuestros niños a leer es mostrarles una manera de ser libres.