Encrucijadas de Nuestra América (I
Verónica García Rodríguez: Encrucijadas de Nuestra América (I)
Septiembre llegó con una mirada crítica hacia las encrucijadas por las que atraviesa Nuestra América, en las que vemos avanzar movimientos sociales como los feminismos, las luchas por los derechos de la comunidad LGBTTTI+, los derechos de los pueblos indígenas, la atención a la pobreza extrema, entre otros, que visibilizan sectores de las periferias; sin embargo, esto ha puesto en alerta a las fuerzas opositoras de la ultraderecha que se aglutinan cada vez más, ya sea por ignorancia o por miedo a perder sus privilegios, o simplemente por las ansias de poder.
Lo cierto es que vemos con más frecuencia los discursos de odio en torno a los gobiernos de orientación socialista —malamente llamados “comunistas”— y a las acciones de carácter social, que sólo generan temor entre las masas y confunden al pueblo que ha vivido adoctrinado por las escuelas de formación occidental.
Pensemos tan sólo en el primer gobernador socialista de América Latina, Felipe Carrillo Puerto y sus reformas en favor de los derechos de las mujeres como el divorcio, el voto femenino, los derechos de los campesinos, el reconocimiento de la lengua maya, la educación racionalista —muy afín con la educación popular y la Nueva Escuela Mexicana—; sin embargo, muchos de los que hoy defienden y veneran la imagen del prócer, acusan de comunistas y rojos a quienes abanderan ideas similares, y digo similares, porque ni siquiera llegan a ser tan radicales como las del movimiento del Partido Socialista del Sureste.
Una de las encrucijadas que tiene más profundidad en Nuestra América, sin duda, es la educación; ya lo decía Martí: “Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.
La colonización del pensamiento a través de la educación, primero, fue religiosa: la escolástica; la cual se instauró en los sistemas de, prácticamente, toda Latinoamérica y no ha querido marcar la retirada. La educación es el arma más poderosa que puede usarse en favor o en contra de otro ser humano.
En las aulas y fuera de ellas, la educación ha sido un campo de batalla en las que educadores como Paulo Freire ha dejado constancia del poder que tiene la Pedagogía de la Liberación y la Acción Cultural, es por eso que también se ha convertido, tanto en un acto de resistencia como en una amenaza. Lamentablemente, cuando esto no se entiende, se malinterpreta y se puede pensar que se está educando para rebelarse a todo y contra todo, cuando lo que se busca es aprender a verse a sí mismo digno de valor y a ver al otro, con sus diferencias, como alguien que también tiene derechos. (Continuará)