Anfibologías
El poder de la pluma.
NADIE HARÁ A LOS YUCATECOS SOMBRA. Dentro de sus múltiples actividades como directora del patronato del ProHispen, doña Margarita Díaz Rubio se da tiempo para participar en la batida de gazapos.
En la lectura de uno de los diarios de mayor circulación, la diligente dama posa detenidamente los ojos en la noticia de que el solsticio de primavera hará que personas y edificios no produzcan sombras.
Al advertir un buen ejemplar para esta cacería, doña Margarita nos remite con prontitud el título de esa información: Nadie hará a los yucatecos sombra.
En esa cláusula no se siguió el orden que la gramática española exige para redactar una oración: Sujeto, verbo y complemento o predicado. Esa incorrección produjo una anfibología al poderse interpretar la oración en más de un sentido.
Así, la cláusula puede significar que nadie hará que los yucatecos se vuelvan sombra. También puede ser: Nadie (sujeto) hará sombra (verbo) a los yucatecos (predicado), que es la redacción correcta de ese encabezado.
Raudo y veloz el cazador empuña la resortera cargada con duro guijarro, el disparo es certero, la piedra se impacta en el error y el primer ejemplar del día reposa en la talega.
Muchas gracias, doña Margarita.
LA TERCERA Y CUARTA SEMANA. Ojeando
Un periódico local que en épocas atrás era modelo de correcta redacción, vemos otro encabezado pintoresco: La tercera y cuarta semana de este mes sería el pico del Covid-19 en Yucatán.
En la redacción de una cláusula la gramática española exige que exista concordancia entre sujeto, número y género. En esta oración las voces tercera y cuarta (sujeto) son dos y forman un plural; en concordancia, el número deberá ser también plural: semanas.
De nuevo la honda entra en acción, el pedrusco golpea con dureza la falta de concordancia y la segunda pieza de esta batida es resguardada en la talega.
EL HOMBRE QUE DESAFIÓ LA MUERTE. Una mañana, cuando el tirahule aún vivía en la casa paterna, don Felipe me mostró un anuncio publicado en el diario que leía. Era la publicidad de una película inglesa llamada en español “El hombre que desafió la muerte”. Mi padre comentó inmediatamente: Parece que la muerte lo desafió a él.
El idioma español es uno de los más complicados del mundo. En este caso la falta de una sola letra, la a, produjo una anfibología. La cláusula correcta es El hombre que desafió a la muerte. Como se dice popularmente, más claro ni el agua.
Una pedrada más hacia la cabeza del yerro gramatical nos permite llenar el sabucán con otro gazapo y dar por concluida la cacería.
Hasta el próximo tirahulazo.