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En el transcurso de la próxima década, una de cada cuatro especies de seres vivos conocidas hasta hoy podría extinguirse. Y en cualquier momento más adelante, podría llegarle el turno a los seres humanos.

A partir de 1974, la Organización de las Naciones Unidas incorporó a su calendario oficial el día 5 de junio como la fecha más importante para fomentar la acción ambiental, declarándolo Día Mundial del Medio Ambiente.

Cada año, la celebración es dedicada a un tema específico y cuenta con un país anfitrión. En 2020 el tema es la Biodiversidad, y se ha elegido a Colombia, el 4o lugar mundial en este rubro, como país anfitrión.

México, nuestro muy amado país, ocupa el sitio número 12 entre los países más biodiversos del planeta, gracias a que más del 45% de las especies de anfibios y reptiles son endémicas de su territorio, alberga un gran número de especies de flora que son únicas en el mundo, como por ejemplo la Palma de Guadalupe (Brahea edulis), y tenemos el Golfo de California, al que el 40% de las especies de mamíferos marinos del mundo han elegido para hacerlo su hogar, entre muchas otras razones.

Los seres humanos conformamos, junto con todas las demás especies de seres vivos, una intrincada red que está unida por delicados enlaces. Y somos prácticamente la única especie que es capaz, y de hecho lo hacemos constantemente, de romper esos enlaces y alterar el equilibrio que sostiene esa gran red. Hasta cierto punto, el ecosistema es resiliente, y al interrumpirse unos enlaces, otros nuevos se establecen y los sustituyen, para que nuevamente se imponga el balance. Muchas y muy variadas son las manifestaciones visibles de haber alterado este equilibrio: incendios forestales, fenómenos climáticos cada vez más frecuentes e intensos, plagas, pandemias.

Pero todo tiene un límite, la constante agresión del propio hombre a la naturaleza y su voracidad para demandar sus recursos nos conducen a un camino que lleva a la pérdida de la biodiversidad, con graves consecuencias para nosotros mismos, incluyendo el posible colapso de los sistemas alimentarios y de salud. Todos los tipos de coronavirus, incluyendo el Sars CoV2 causante de la aparición del Covid-19, son virus que han sido transmitidos de los animales a las personas, y cada vez son más contundentes las evidencias que comprueban que la destrucción de la biodiversidad es una muy posible causa de esta mutación.

Así que el mensaje es claro, pero parece no estar impulsando lo que tendría que ser la más importante de las respuestas: la ACCIÓN. Ya su cientes actividades se han realizado para generar conciencia, para alertar de la gravedad e inminencia del problema, y hoy la situación nos ha llevado a un punto en que transitar a las soluciones ya es un asunto apremiante. La mejor celebración que puede realizar, en el Día Mundial del Medio Ambiente, una sociedad dormida es provocar un despertar rotundo, colectivo y universal a la acción.

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