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Ante las revisiones a la baja del pronóstico de crecimiento económico de nuestro país, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reiterado con insistencia que el crecimiento económico no es lo importante para un país, sino su bienestar. Estaría yo de acuerdo con él si hubiera agregado una palabra más y hubiera afirmado que el crecimiento del PIB no es lo único importante.

En 1972, Jigme Singye Wangchuck, en ese entonces rey de Bután, cansado de las críticas a la pobreza imperante en su reino, propuso establecer un nuevo índice llamado Felicidad Nacional Bruta, basado en 4 pilares: promoción del desarrollo económico sostenible e igualitario, preservación y promoción de valores culturales, conservación del medio ambiente y establecimiento de un buen gobierno. Hoy, el reino de Bután, es el país con más rápido crecimiento del PIB en el mundo, aún mide la FNB, pero también otorga importancia al crecimiento económico. Entre 2007 y 2017, su riqueza creció en promedio un 7.6% anual, y en el mismo período casi erradicó la pobreza al bajarla del 8% al 1.5%.

Escocia, Islandia y Nueva Zelanda decidieron, en 2018, desafiar al PIB como la más importante medida de lo exitoso que es un país e integraron la red de Gobiernos de la Economía del Bienestar, la cual se enfoca en factores como el salario igualitario, el cuidado infantil, la salud mental y el acceso a espacios verdes públicos.

Pero ninguno de estos tres países desprecia el crecimiento, de hecho el PIB de Islandia creció 6.6% en 2016, y 4.8% en 2017 y 2018, y el PIB per cápita subió 17.4%, 16.8% y 2.6%, respectivamente, en esos mismos 3 años. Nueva Zelanda, por su parte, creció en 2018 un 2.8%, cifra que parece modesta, pero consideremos que 15 de 16 ramas económicas crecieron y solamente una, la minería, tuvo una brutal caída del 20%. ¿Cuánto tuvieron que haber crecido las demás para haber alcanzado un promedio general final del 2.8%?

En Escocia, economistas independientes habían advertido que el desorden del Brexit impactaría con severidad su tasa de crecimiento, aún así creció en 2018 un 1.4%, impulsado principalmente por sus industrias de la construcción y de servicios, además de que logró alcanzar la tasa de desempleo más baja de su historia. Voceros del gobierno señalaron que apoyar a las empresas y los empleos es su más alta prioridad.

En consecuencia, millones de mexicanos daríamos una entusiasta bienvenida a políticas públicas que eliminen la incertidumbre, restablezcan la confianza y generen un entorno favorable al desarrollo de los negocios, abonen al crecimiento del empleo y resulten en un incremento de la riqueza nacional; pero que además esa riqueza se destine a cimentar y fortalecer los pilares de lo que los mexicanos valoramos como factores de bienestar, como la educación, la salud, la seguridad, la protección de nuestros recursos, el acceso a espacios públicos de calidad y la cultura.

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