Iturrigaray

Iturrigaray sabía que la expedición contaba con todo el aprecio del abogado Caballero, pero él debía a Godoy su cargo de virrey.

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“Los Héroes Olvidados”, extraordinario libro de Antonio Villanueva Edo, narra las peripecias y penalidades de los miembros de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna” que en 1803 viajó a América por órdenes del rey Carlos IV de España, con la finalidad de traer la vacuna de la viruela.

En lo que hoy es nuestro amado y solidario México, se tuvieron que enfrentar a denodados esfuerzos por entorpecer su noble labor, especialmente de la máxima autoridad colonial, el virrey José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui de Gaínza y Larrea.

Iturrigaray sabía que la expedición contaba con todo el aprecio del abogado Caballero, pero él debía a Godoy su cargo de virrey. Y no vaya usted a creer que estoy mezclando aquí asuntos de política local, José Antonio Caballero era el Secretario de Gracia y Justicia, y Manuel Godoy era Guardia de Corps y Secretario del Despacho del Rey Carlos IV. Godoy había manejado en secreto el proyecto de transformar los virreinatos en reinos regidos por miembros de la familia real, y esperaba circunstancias más favorables para ponerlo en práctica, pero Iturrigaray sabía que los círculos más autonomistas de la sociedad criolla mexicana no aceptarían esa reforma, ya que aspiraban a sacudirse la tutela de España, de modo que adoptó una actitud de acercamiento con ellos, a quienes no dudó en prodigar toda clase de favores, buscando hábilmente representar el papel de padre de una nueva patria si conseguían su cometido, al mismo tiempo que mantenía fuertes sus lazos con España por si ocurría lo contrario.

La llegada de una expedición científica promovida por el rey, apoyada por Caballero y Godoy y encabezada por alguien que conocía perfectamente la Nueva España, inquietaba al ambicioso virrey, quien imaginaba una amenaza para sus planes.

Es bien conocido Iturrigaray por haber llegado a México con la idea de aprovechar su cargo para enriquecerse, desde su arribo trajo artículos de lujo que introdujo sin el pago de impuestos gracias a su cargo de virrey, que luego vendió con extraordinarias ganancias.

Con la invasión napoleónica a España y después de abdicar el rey, inició una serie de movimientos que los realistas comprendieron obedecían a sus ambiciones de coronarse en la Nueva España, por lo que éstos decidieron aprehenderlo y enviarlo a España para ser juzgado. Murió en 1815, pero el 17 de febrero de 1819 se le halló culpable y se le dictó sentencia póstuma, condenándolo a pagar 384,241 pesos por diferentes desfalcos.

¿Será el origen de una especie de “herencia maldita” que hoy es pesada losa sobre nuestras espaldas?, al menos espero que aprendamos a juzgar y sentenciar a los modernos virreyes, y lo hagamos antes de que mueran. Mientras, prefiero no confiar en personas cuyo apellido termine en …garay.

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