Médicos yucatecos víctimas de la delincuencia
El más reciente es el del ginecólogo Fidel Francisco Sáenz, ocurrido en Jalisco; el más horrendo, el del psiquiatra Felipe de Jesús Triay Peniche.
Julio Amer/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- La profesión de médico es una de las más nobles y también una de las que más dinero reditúa al que la ejerce. Tal vez por ello, en los últimos años algunos de estos profesionales han sido víctimas de la delincuencia en sonados casos que han sacudido a la sociedad yucateca.
Recientemente nos enteramos de la muerte del conocido ginecólogo Fidel Francisco Sáenz Laviada, ocurrida en la ciudad de Zapopan, Jalisco.
El médico yucateco había viajado a la Perla de Occidente el pasado miércoles 9 de septiembre para asistir a un congreso médico de su especialidad, pero nunca llegó al hotel donde reservó habitación; se sospecha que fue víctima de un secuestro "exprés" que terminó en homicidio luego de abordar un taxi a las afueras del aeropuerto tapatío.
Las cámaras instaladas en la terminal aérea captaron el momento en que el doctor Sáenz Laviada sube a un vehículo de alquiler y, desde ese momento no se volvió a saber nada de él.
Desde Mérida, su esposa Addy Noemí Alpuche Rosado intentó comunicarse con él por medio del teléfono celular, pero siempre le mandaba a buzón. La mujer pensó en un principio que a su marido se le había agotado la batería del teléfono, pero al pasar los días y ocurrir lo mismo al hacer llamadas, se alarmó y presentó una denuncia por la desaparición de su cónyuge, quien debería retornar a Mérida el sábado 12 de septiembre.
En la madrugada del lunes 14 de septiembre, tras ser buscado por medio de las redes sociales, llegó la funesta noticia del hallazgo del cadáver del doctor yucateco, algo que, por desgracia, ya se presentía.
El cuerpo fue arrojado en un terreno baldío de la colonia Ciudad Granja, de Zapopan, municipio conurbado a Guadalajara, estaba en avanzado estado de descomposición, dentro de una bolsa de plástico, y tenía manos y pies atados.
Presentaba dos golpes contundentes en el cráneo –los que le habrían causado la muerte– así como distintas lesiones en varias partes del cuerpo, que indican que fue agredido y torturado, tal vez para que revelara los números confidenciales de sus tarjetas de crédito.
Según los investigadores legistas, por el estado en que se encontraba el cadáver, el doctor fue asesinado entre los días 9 y 10 de septiembre.
La Fiscalía jalisciense sigue varias líneas de investigación sobre este caso, pero dos son las que destacan. Una, es que el doctor Fidel Francisco Sáenz Laviada fue asaltado poco después de subir al taxi, donde el guiador y sus cómplices lo habrían sometido para despojarlo de dinero (llevaba 12 mil pesos en efectivo para gastos del viaje), sus tarjetas de crédito, así como sus pertenencias, un costoso reloj y su celular.
La otra hipótesis es que, luego de averiguarse que el tal congreso médico nunca se realizó y que probablemente sólo fue pretexto del facultativo para explicar a su familia su viaje sin revelar el verdadero motivo, fue a encontrarse con una mujer quien, sabiendo que la víctima era una persona adinerada, le habría puesto “un cuatro” para que fuera asaltado, tal vez por un cómplice de la mujer.
Un equipo de agentes ministeriales yucatecos de la Fiscalía General del Estado (FGE) se trasladó a Jalisco para apoyar las investigaciones que realizan sus colegas tapatíos sobre este misterioso caso.
Haciendo una revisión de archivos policiales, encontramos otros tres casos en los que médicos yucatecos han sido asesinados, ya sea por robo, venganza u otra causa.
Invitó a su victimario
En 2002, fue hallado muerto en su domicilio del fraccionamiento San Carlos, cerca del Monumento a las Haciendas, el doctor Rubén Salvador Poot Salazar, quien era coordinador de los programas UNI (Una Nueva Iniciativa con la Comunidad) que se realizaban en colaboración entre la Uady, el Ayuntamiento y la Fundación Kellogg’s.
Poot Salazar, de 41 años y perteneciente a la comunidad gay, fue asesinado por un conocido suyo, un albañil que también era sexoservidor, al que había recogido en la Plaza Grande para llevarlo a bordo de su vehículo, un Nissan Tsuru, a su domicilio, donde sostendrían relaciones, pero el “invitado”, aprovechando que el médico era de complexión pequeña, lo agredió y estranguló para robarle.
Semanas después de que se halló el cuerpo del doctor Poot Salazar, fue detenido su asesino, quien actualmente se encuentra preso purgando su crimen. Al momento de su aprehensión, dijo que había dado muerte al médico porque estaba celoso, ya que sabía que el victimario tenía otro amante.
Misteriosa desaparición
Por otra parte, un auténtico misterio es la desaparición del médico Delio Arturo Peniche Manzano, ocurrida el 3 de noviembre de 2008, cuando salía del Centro de Salud ubicado en la calle 50 por 67 para ir por su vehículo que había dejado estacionado cerca del parque de San Cristóbal.
Al doctor Peniche Manzano parece que “la tierra se lo tragó”, porque nadie vio nada a partir de que salió de ese céntrico hospital.
Días después, sus familiares recibieron de supuestos “secuestradores” mensajes telefónicos (107 en total) por medio del propio celular del desaparecido, en el que pedían un rescate (3.5 millones de pesos). Sin embargo, tras pasar algunos semanas, los “plagiarios” nunca se volvieron a comunicar y ahí quedó todo.
Se manejaron muchas versiones de este caso; desde que el propio doctor Peniche habría “desaparecido” por voluntad propia porque debía mucho dinero, o que habría sido “levantado” por venganza, ya que había enfrentado algunos problemas laborales con integrantes del sindicato de IMSS.
También se dijo que huyó a Brasil con una mujer cubana; que lo asesinaron en un encuentro con otro hombre o que lo habían secuestrado y matado por problemas laborales en el sindicato del IMSS.
Lo extraño del caso es que el Peniche Manzano no era una persona adinerada ni ostentosa para ser víctima de un secuestro con un rescate millonario. Era casado, con tres hijos. Si bien tenía dos trabajos (en el IMSS en el turno matutino, y en el Centro de Salud, en el vespertino), llevaba una vida modesta e incluso manejaba un vehículo Spirit modelo 1994.
El día del supuesto secuestro, el médico checó tarjeta a las 2:30 de la tarde e ingresó a su consultorio para atender a los pacioentes. Alrededor de las 18:30, durante un descanso y como acostumbraba hacer, salió a comprar un refrigerio y a acercar su vehículo estacionado a unas cuadras de su centro de trabajo, y fue entonces que ya nadie lo volvió a ver.
Su hermano Alfonso, también médico, denunció que las autoridades estatales nunca prestaron atención al caso y por eso nunca se resolvió.
Hasta la fecha este caso, rodeado de gran misterio, sigue abierto y sin resolverse. Faltan tres años (deben cumplirse 10) para el que el doctor Delio Arturo Peniche Manzano sea declarado oficialmente muerto.
Crimen entre psiquiatras
Finalmente, el horrendo crimen del conocido psiquiatra Felipe de Jesús Triay Peniche, de 42 años, cuyo cuerpo fue encontrado descuartizado en el interior de su propio vehículo, una camioneta Nissan Rouge, modelo 2009, en el estacionamiento de un supermercado de Ciudad Caucel.
Actualmente, los acusados de este sonado homicidio, Enrique Lara González, de 35 años (presunto autor intelectual del crimen), y Pablo Santos García García, de 33 (presunto autor material del asesinato) oriundo del Distrito Federal, ambos colegas de la víctima, están siendo juzgados y el veredicto debe ser dado a conocer próximamente.
Hasta donde las investigaciones han llegado, al parecer al doctor Triay Peniche lo asesinaron por envidia, ya que sus colegas habían perdido un negocio de venta de medicamentos (psicotrópicos) para clínicas de psiquiatría, y también porque el hoy occiso, quien era divorciado y próximamente contraería nuevas nupcias, sostenía una relación con una paciente a la cual pretendía uno de los asesinos.
El día de su muerte, viernes 15 de agosto del año pasado, el Triay Peniche asistió a una conferencia en el Hotel Hyatt donde departió con sus futuros verdugos, quienes al parecer le presentaron a una joven agente de medicinas –el finado era “mujeriego”– como “gancho” para llevarlo a un departamento de la colonia García Ginerés donde pusieron en su bebida un narcótico que le adormeció, lo que aprovechó el presunto asesino material, Pablo Santos, para propinarle varias cuchilladas en el tórax. La víctima habría muerto desangrada.
Posteriormente, entre García García y Lara González llevaron el cuerpo al baño y lo colocaron en la tina, luego la llenaron con hielo para que a la hora de descuartizar el cuerpo con una sierra eléctrica no salpicara tanta sangre. Así lo dejaron toda la noche, y fue hasta el sábado 16 de agosto en que procedieron a desmembrar el cadáver. Las partes las colocaron en tres cajas de cartón y las llevaron a la camioneta del occiso, la cual fue guiada por Pablo García el lunes por la mañana y la dejaron en el estacionamiento de un supermercado de Ciudad Caucel.
El martes 19 de agosto, un “viene-viene” dijo que percibió un olor fétido que salía de un vehículo y dio aviso a la gerencia del almacén, que se se comunicó con las autoridades. Poco después arribaron al lugar agentes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), procedieron a abrir el vehículo y hallaron los restos del médico.