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Cuando leemos o escuchamos la frase “Playas limpias” seguramente sabemos a qué se refiere, pero para muchos esta expresión parece pasar inadvertida, pues al término de una jornada de visita al mar el panorama es totalmente contrario a esta frase. Es muy fácil poder convivir con la naturaleza sin hacerle daño, en este caso es temporada de playa (al menos para los yucatecos lo es por tradición) y motivo por el cual debemos cuidar estos espacios de diversión y placer.

Hagamos una reflexión sobre cómo realizamos nuestras visitas a la playa: todo empieza en casa, en donde se decide que “mañana toca playa” y se empieza a hacer la lista de cosas que no deben faltar para tal ansiado paseo. Ponemos a la mano los trajes de baño, las sombrillas, el bloqueador, la pelota, los sombreros o gorras y elegimos nuestra comida. Al establecer el menú a llevar debemos verificar si incluimos platos, vasos y cubiertos desechables, que deberán regresar a casa para ser depositados en los botes de basura correspondientes, incluyendo los envases pet de los refrescos a consumir, que por lo general son tamaño grande.

Para facilitar la adecuada disposición de los residuos sólidos que generamos se debe nombrar a un responsable del manejo de éstos, es decir una persona que será la encargada de vigilar que todos los residuos sean retirados del sitio y trasladados a su lugar de destino. De la misma manera se pueden ubicar desde nuestra llegada a la playa los botes o contenedores que han dispuesto las autoridades y así cuando terminemos nuestro paseo recojamos todos nuestros residuos y ahí los depositemos.

Debemos llevar las bolsas necesarias para traer la ropa mojada, los residuos generados (algunos les llaman basura) y cualquier otro objeto que consideremos retornar a nuestra casa.

Las playas son espacios naturales amplios y por amplios pensamos que no pasa nada si dejamos ahí nuestros residuos, pero ese ecosistema es habitado por varios tipos de especies que podríamos poner en riesgo si dejamos abandonados nuestros residuos.

La semana pasada tuve la oportunidad de observar en la playa de Chelem cómo niños jugaban arena y cerca de ellos había pedazos de botella de vidrio rotos que pusieron en riesgo la integridad de los menores, me acerqué y con cuidado los levanté y le expliqué a ellos que antes de ponerse a jugar deben pedirle a un adulto que revise el lugar elegido para constatar que no haya riesgo en ese sitio. Este es solo un ejemplo de lo que podemos encontrar lamentablemente en nuestras playas, pues hay mucha gente que no piensa en los demás sino solo en el aquí y el ahora, resultado final de nuestro consumismo.

Desde este espacio les invito a que seamos más responsables de nuestras acciones y nuestros consumos y juntos cuidemos nuestro ambiente y en este caso nuestras playas. Y recuerden: “La casa más limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”. El planeta es la casa de todos.

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