De consecuencias

Hay una magia de la que nadie habla cuando se aprende de los errores.

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En la punta de la lengua llevamos todos aquellos recuerdos que sirven como dichos populares, mismos que nos resultaban molestos al provenir de una boca familiar. Ahora ya sabemos que las voces mayores que nosotros son lugares seguros de sabiduría. Hay una certeza indescifrable cuando nos dicen que todo va a salir bien, aun cuando los sentimientos actuales vayan en sentido contrario. Algo similar pasa con nuestras acciones, tanto nuestros padres como la vida misma nos han enseñado que cada acción tiene una reacción; buena o mala, la intensidad de actuar vendrá en ese sentido.

En “Consecuencias”, de la escritora argentina Rosalba Campra, se llevan las acciones, reacciones y consecuencias a un punto en el cual dudamos de esas certezas que hemos conocido como parte del fluir y del actuar. Las primeras palabras van dirigidas a un emperador que es descrito como cruel y olvidadizo; estamos familiarizados con ese guiño histórico y tampoco nos resulta extraño que dicho emperador tuviera dieciséis esposas. Ellas, hartas de él, deciden matarlo.

El evento fue ejecutado con la naturalidad cotidiana del imperio. Una de ellas sería la encargada de servirle, otra de cantarle, una más de acariciarlo atrevidamente, otra de ponerle un cojín sobre la cabeza y una última de pasarle un cordón grueso con un nudo corredizo para asegurar la muerte.

El tiempo y las habilidades personales son cruciales para la ejecución exitosa de este tipo de eventos con aires de justicia; la esposa encargada del nudo final, no pudo ejecutarlo correctamente y la consecuencia recaería en su futuro.

El emperador le asignó un maestro que le enseñaría todos los nudos posibles para que ella misma fuera quien hiciera los nudos para que se ahorcaran sus quince compañeras. Así fue.
Hemos estado en ambos lugares; hay una magia de la que nadie habla cuando se aprende de los errores, de las palabras de más, de lo que hubiéramos preferido no decir. Vivimos entre acciones y consecuencias; unas fortuitas, otras lamentables. Invito a sabernos, enteramente, la consecuencia de todas aquellas acciones que llevamos en los años.

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