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Disolver un matrimonio no es cosa fácil, principalmente por las implicaciones personales, familiares y sociales que conlleva la ruptura legal. La mayoría de las personas considera que divorciarse es tan fácil como ir por el certificado de nacimiento de un menor, y la verdad es que en muy pocos casos es así de sencillo. Existen varios aspectos a considerar que incrementarán o disminuirán la complejidad del proceso de divorcio y el tipo de procedimiento que conllevará. A continuación los conoceremos.

En el estado de Yucatán existen dos grandes formas del divorcio: el sin causales (o incausado) y el voluntario. A su vez, hay una variante del divorcio voluntario llamada divorcio administrativo, popularmente conocida como “divorcio exprés”.

El divorcio incausado, según establece el Código de Familia del Estado: “es el solicitado al juez por uno sólo de los cónyuges, manifestando su voluntad de no querer continuar con el matrimonio, sin que se requiera señalar la causa por la cual se solicita”. Esto es así porque antes se requería acreditar una causa “legalmente válida” para poder iniciar un proceso de divorcio. Actualmente, basta con que una de las partes decida disolver el vínculo matrimonial para que el divorcio pueda darse. Y es que la característica principal del divorcio incausado es precisamente que se da cuando sólo una de las partes busca el divorcio (porque como alegan, “la otra persona no quiere divorciarse”) o cuando no existe un consenso sobre la forma en que quedarán las cosas después del proceso. Para concretar el divorcio sin causales, basta con que la parte interesada promueva la demanda respectiva y su propuesta de convenio (de aplicar) ante el Juzgado Familiar competente.

El Juez decretará disuelto el matrimonio desde el principio del proceso, y el resto será dedicado a otros temas como pensiones, guarda y custodia de menores, entre otras cosas que pudieran ser necesarias.

El divorcio voluntario es, en cambio, la figura que los abogados deberían recomendar por excelencia. Con esta, ambas partes están de acuerdo en finalizar el matrimonio y también llegan a convenios satisfactorios sobre los temas consecuentes, como la división de los bienes y el régimen de convivencia de los padres con los menores. Es la mejor forma de divorciarse, pues implica un menor desgaste físico, emocional y económico para las partes, lo que en muchos casos no es posible cuando existe un enfrentamiento en los juzgados. Para este divorcio las partes, con ayuda de sus abogados, elaboran un convenio que se pone a disposición del Juez o del centro estatal de mediación para su aprobación.

Por su parte, el divorcio administrativo es una forma más ágil del voluntario, pues simplemente basta con suscribir el acta ante la oficialía del registro civil donde se celebró el matrimonio. Sin embargo, este tipo de divorcio sólo es posible (en la práctica) si se reúnen todos y cada uno de los requisitos, como que los cónyuges se hayan casado por bienes separados, que no tengan en común hijos menores de edad o bienes al momento del divorcio y, por supuesto, que sea voluntad de ambos disolver el matrimonio.

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