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Entre aires primaverales que llegan en estos días confinados, nos descubrimos en todas aquellas cosas para las que sí tenemos tiempo ahora. Pero no llegan solas. Se acompañan de momentos ansiosos que no anticipábamos porque nadie nos habría podido dar indicaciones para algo que es absolutamente nuevo para todos. Y es ahí donde surge nuestra más natural reacción: una curiosidad, la propia.

Si pensamos en este tiempo que transcurre, adornamos las horas acompañadas de una serie infinita de sentimientos. Para no caer en evocaciones que puedan sentirse como ligeras pedradas alusivas, diré que simplemente sentimos todo. ¡Todo! Entonces reaccionamos como solamente el impulso puede indicar: limpiamos, leemos, escuchamos música, cocinamos cosas imposibles, desinfectamos todo cuanto sea tangible y trabajamos desde nuestras improvisadas oficinas hogareñas; e incluso, por un momento, nos encontramos danzando en ese peculiar estado de divagación mental que lleva al más sincero estado de cuestionamiento.

En este sentido, e inspirando en las relaciones anteriores, esta semana estamos ante un libro didáctico de la autora argentina Paula Bombara. Desde el azul del cielo (2007) plantea un recorrido por la historia de la cosmología. Comenzando por las primeras mediciones existenciales y finalizando con las bases fundamentales de la astronomía.

Si bien estos temas no son algo en lo que necesariamente pensamos con frecuencia, estaremos todos de acuerdo en que, para estos días que pasan, no podemos pensar en otra cosa que no gire en torno a uno de los temas que le dan vida al libro mencionado: el tiempo. Porque efectivamente queremos que pase, y que sea rápido.

En tres partes muy bien guiadas por medio de subtítulos, adquirimos un conocimiento valioso y primario sobre la cosmología con la esperanza de entender e imaginar de mejor manera qué es eso que ocurre arriba de nosotros y cómo se relaciona perfectamente con los días que pasan, aunado a la tendencia de medir el tiempo con todos esos nombres que ahora entendemos de dónde vinieron.

Las nuevas distracciones pueden ser una suerte para ocupar los instantes de incertidumbre; son alivio y refugio en estos días que parecieran perder esos nombres que les fueron dados en el pasado. No temamos abrir nuevas páginas con letras que signifiquen un desafío para la mente; porque ahí, entre frases llenas de historia que nos llevan a tiempos anteriores, es donde sabremos encontrarnos en el presente.

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