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La iniciativa preferente para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, que el Ejecutivo Federal ha enviado al Congreso para su aprobación, con la orden explícita de que no se le cambie “ni una coma”, es una iniciativa absurda que los diputados deberían rechazar por ser notoriamente inconstitucional, ya que claramente se opone a lo que ordena el Artículo 25 de la Constitución, que señala la alta responsabilidad de ejercer la rectoría del desarrollo nacional, con el objetivo de “garantizar que sea integral y sustentable, que fortalezca la soberanía de la Nación y su régimen democrático, y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos”.

Al pretender cambiar el orden de despacho de la energía eliminando el criterio de costos, sustituyéndolo por una preferencia a la energía producida en plantas propiedad de la CFE, aniquila la competitividad. Al ordenar la cancelación de contratos, debido a la presunción de vicios no comprobados, amenaza el estado de derecho. Otorgar privilegios a la empresa del estado sobre las de particulares evade la obligación de alentar y proteger la actividad económica privada.

Pero el verdadero y más grande problema es que nos distrae, y como decía la gran poeta chilena Gabriela Mistral, “la guerra es para distraernos de lo bueno”. Así que aquí estamos los mexicanos distraídos, discutiendo, tratando unos de hacer entender los peligros de que se apruebe esta reforma, y por otro lado los oficialistas que por obediencia repiten las falsedades que provienen de Palacio Nacional, y aprobarán su reforma sin importarles un carajo el bien de la nación.

La distracción es la obstrucción de la construcción. Todos los países del mundo están construyendo, unos mejor que otros, la necesaria transición hacia un sistema energético más robusto, sostenible, justo, productivo, garante del crecimiento y la prosperidad de sus habitantes. Distraídos como estamos, no estamos considerando aprovechar el enorme potencial que tiene la energía eólica off-shore en nuestras costas, estamos aumentando el rezago en desarrollar proyectos de almacenamiento de energía en baterías, nos estamos perdiendo de fomentar las capacidades del talento humano que podría desarrollar sistemas de gestión basados en inteligencia artificial, internet de las cosas y la ciencia de datos, hemos perdido valioso tiempo que debimos haber usado para prepararnos mejor en el despliegue de la movilidad eléctrica que arrasará con el motor de combustión interna en un breve lapso, se nos escapa la oportunidad de explorar nuevas formas de empoderar a los ciudadanos en la gestión de sus recursos energéticos, y estamos amenazando la salud de los seres humanos, no solamente de los mexicanos, al insistir en la quema de combustibles fósiles que nos han postrado en una crisis climática existencial sin precedentes.

¡Recobremos el foco, hagamos lo correcto, no esperemos a que sea tarde!

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