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Hoy millones de mexicanos están de fiesta. Ya asumió el poder tras cinco lustros de campaña el que 30 millones eligieron con la esperanza de que lleve al país a praderas feraces y paraísos de opimos frutos, y no soy nadie para aguarles la celebración, ¡Dios me libre! Además, es domingo, día de regocijo y relajación, y en Novedades Yucatán estamos también contentos porque estrenamos traje nuevo y lo hacemos con ánimo jubiloso y fundadas esperanzas de que a todos nos vaya bien.

Nomás para atemperar los ánimos –si es que alguien se excediera en sus manifestaciones de contento-, traigo aquí a presente algunos datos que no buscan empañar el entusiasmo, sino poner en perspectiva lo que hoy llena de justificado orgullo a muchos y pone a punto sus flamígeras espadas para ir contra quienes no comulgan con sus entusiasmos. Y espero que a nadie se le ocurra amenazarme con la doblada, siguiendo los amorosos postulados del poeta de la nueva patria, paradigma de educación y cultura (de paso aclaro que no soy enemigo de las reivindicaciones sociales y quiero ver, igual que el patriarca de la Cuarta Transformación, a todos los mexicanos felices y con todas sus necesidades resueltas).

Hay, sin embargo, una cosa que se llama mercado y que extiende sus tentáculos (uay) a todo el mundo y los mete en todos los agujeros para sacar todo lo que de ventaja pueda. Su mayor placer es contar dinero. Esta omnipresente y evanescente entelequia (cosa, persona o situación sine fundamentum in re), a la que no se le conocen ni pies ni cabeza (pies sí, para huir despavorido apenas intuye un riesgo; pero cabeza no, porque no piensa, y menos corazón, porque puede hundir naciones y matar a millones sin siquiera derramar una lágrima) nos tiene atrapados a todos (incluidos quienes no tenemos un clavo para invertir) y por más que Andrés Manuel quiera hablar con él y convencerlo de que no le va a pasar nada, como tampoco tiene oídos, no le va a hacer caso.

Ya está visto cómo en los últimos días destrozó a la Bolsa Mexicana de Valores e hizo perder a la economía más de 5 mil millones de dólares sin pestañear. Y eso nomás porque algunos despistados hijos de la Cuarta en el Congreso tuvieron la peregrina idea de proponer que se acaben de tajo las usurarias comisiones de los bancos y otro no menos exaltado planteó que se usen las reservas del Banxico en los programas sociales.

Los legisladores y el propio jefe de todos necesitan pensar que ya son gobierno y que deben tener sumo cuidado antes de abrir la boca. Si se asusta el ulero don mercado, no habrá López que pueda convencerlo de que no le va a pasar nada y nos la va a meter no doblada, cuadruplicada.

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