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Hace unos días tuve la oportunidad de presentar en la Feria Internacional de la Lectura (Filey) 2019, que hoy finaliza en el Centro de Convenciones Siglo XXI, la novela “Tromso” de José Israel Carranza, historia que definiría como reveladora y angustiante, pues he sentido la impotencia del hombre anónimo que un buen día descubre que las palabras ya no le funcionan para expresarse y que los demás, todos los otros que lo rodean, van dejando de entenderlo.

Esta angustia del protagonista se refleja página a página a través de una prosa pausada, lenta, incesante y dialéctica que nos permite como lectores seguir a este peculiar personaje, conocer su entorno, escuchar sus silencios y respirar la soledad que lo rodea y que nos rodea, porque finalmente frente al libro cuando leemos estamos tan solos como él en un mundo incomprensible, y probablemente vivamos también en una cotidianeidad como la suya que lo absorbe y lo imposibilita a darse a entender, pero sobre todo a entenderse a sí mismo.

Este hombre anónimo vive en una inmensa soledad junto a Oliver que lo mira todos los días y probablemente sea el único que realmente lo entiende; esa soledad que experimentan más personas de las que podamos imaginarnos, así, prácticamente excluido del mundo, ante la falta de que los otros lo entiendan su angustia va creciendo y creciendo entre palabra y palabra que se hilan de inicio a fin en esta historia.

Así, “Tromso” tiene una prosa exquisita por los diferentes ritmos de la acción y la forma en que se van manejando y matizando. Es en el tiempo, el que se relativiza en la narración, donde nos cuestiona la voz narrativa: ¿qué es el ayer, el presente, qué es el futuro? Nos lo preguntamos acaso cotidianamente o somos como el protagonista que vamos viviendo día a día, entre la soledad y la impotencia de no comunicarnos.

Leer a José Israel Carranza en esta novela me ha abierto la puerta para conocerlo a él como escritor, pero también para descubrirme como lectora; es un texto que nos revela mucho de la realidad actual que vivimos, de esta vorágine de información que nos atrapa o nos ciega, justo como bien soñó Sor Juana en su Primero Sueño: “Y por mirarlo todo nada vía”, pues estamos no solo cegados por la marea de datos, información y un sinfín de palabras, sino también estamos quedando sordos a lo que los demás quieren decirnos y a lo que nosotros mismos debemos decirnos.

Hay “un tiempo detenido que viaja inexorablemente hacia la desaparición y el olvido” en este libro, el cual recomiendo como una lectura reto, de las que uno comienza dudando pero termina realmente disfrutando; no dejen de leerla porque prosas como ésta hay pocas, es una prosa delirante y adictiva en la que vale mucho la pena sumergirse.

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