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La sociedad es cada día más consciente de que el calentamiento global y el cambio climático pueden tener consecuencias importantes a corto y a largo plazo. Por eso, muchas empresas empiezan a apostar por la llamada economía verde, un concepto que, aunque lleva poco tiempo en uso, parece que tendrá largo recorrido. La economía verde, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), es “aquella que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras se reducen significativamente los riesgos medioambientales y la escasez ecológica”. Esta definición recoge, por tanto, que la economía verde no solo afecta al ámbito económico, sino también al social y al ambiental.

Así, empresas, mercados, inversores y la sociedad en general deben apostar por un desarrollo sostenible que les permita garantizar la rentabilidad a largo plazo al tiempo que contribuyen al bienestar social y medioambiental. De esta forma, aquellas entidades, ya sean públicas o privadas, que actúen desde el respeto a la naturaleza a través de, por ejemplo, bajas emisiones de carbono, recibirán el nombre de “entidades verdes”, y los puestos de trabajo que generen se denominarán “empleo o trabajo verde”.

En relación con esto, la legislación de la Unión Europea ha establecido más de 130 propósitos medioambientales independientes y objetivos que deben cumplirse entre 2010 y 2050 y que buscan que Europa camine hacia esta economía verde; algunos de ellos son: la mejora del bienestar social, la lucha por la equidad en la sociedad, combatir la escasez y disminuir las amenazas al medio ambiente, el uso eficiente de los recursos, disminución de las emisiones de carbono y responsabilidad social, el incremento de los recursos públicos destinados a la lucha contra las emisiones de carbono, así como la creación de empleos verdes, y uno de los más importantes, la apuesta decidida por la eficiencia energética y la biodiversidad, acciones que hoy ya se aplican en Yucatán.

La economía verde permite evaluar el nivel de transformación económica y el crecimiento en las “empresas verdes”, analizar el impacto del desarrollo de acuerdo con la extracción y utilización de los recursos disponibles así como valorar el impacto social.

Lo importante de la economía verde es que se considera fundamental el conocimiento de las tendencias más innovadoras del sector con un enfoque medioambiental y de sostenibilidad, así como las nuevas posibilidades de negocio. Esa asociación o “círculo virtuoso” del desarrollo sustentable reconoce las fronteras ecológicas, pero cree que la eficiencia en el uso de los recursos será de tal dimensión que se podrán estimular ambos: un mayor consumo y una disminución de las afectaciones ambientales.

En tanto, se debería apostar por una creciente eficiencia, sobre todo tecnológica. Desde tal noción, la economía verde apuesta al impulso que daría la propia transición en términos del desarrollo de tecnologías más limpias y el emplazamiento de nueva infraestructura o la transformación de la existente para su “enverdecimiento”.

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