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El ser humano es lenguaje. Actuamos y nos organizamos usando vocablos. Incluso nuestros más abstractos pensamientos y sueños se dan en un idioma. Todo lo que concebimos empieza con un verbo, un sujeto, un adjetivo. Todo inicia siendo una palabra. Eso creemos en esta casa editorial, en Novedades Yucatán.

Así, hay que tener muy claro que el mandato de Joaquín Díaz Mena es un mandato de transformación, no uno de cambio. Puede parecer odiosa, quisquillosa y ociosa esa precisión, pero es muy importante tenerla clara.

Se cambia madera por hierro, se cambia un color por otro, se cambia un desarmador por una pinza. Cambiar implica -en mucho- sustituir. Trasformar es algo muy distinto. Se transforma el mármol en una escultura, se transforma el hierro en una herramienta, se transforma un terreno baldío en una parcela, se transforma un lienzo en una pintura o mural. Transformar es llevar lo que se tiene a un nivel superior, es tomar los recursos y condiciones vigentes y producir algo mejor, es desarrollar plenamente el potencial existente, es una tarea constructiva, propositiva, antes que un impulso de demolición y reemplazo.

Joaquín Díaz Mena tiene en sus manos la tarea de transformar Yucatán, lo que lo coloca en la posición exigente de tomar lo que se tiene en la economía, instituciones, leyes y condiciones generales de los asuntos públicos y concebir cómo liberar todo su potencial para generar bienestar y un nuevo nivel de igualdad social. Es un trabajo de cirugía antes que uno de tajos y dinamita. Es una tarea de escultor maya, antes que una de trascabos y maquinara pesada.

La economía, sociedad y gobierno yucatecos funcionan mejor que la media nacional, lo que implica que Joaquín Díaz Mena tenga la acuciosa tarea de hacer funcionar mejor un vehículo que marcha bien dentro de lo adecuado. Se trata de perfeccionar, lo cual es siempre más exigente que reparar lo que no funciona o volver a poner en marcha lo que estaba oxidado o roto.

Por otra parte, los programas sociales esenciales de la transformación y las obras emblemáticas del Presidente y la Federación ya operan en Yucatán desde hace años en gran parte bajo la coordinación de quien es ahora nuestro próximo Gobernador, así que ese flanco con todas sus notas positivas no representa per se un punto de innovación directa o de transformación de alto impacto. Más apoyos, más beneficiarios, más kilómetros de la misma infraestructura no representarán una transformación por sí mismos, hará falta imaginación y precisión en lo que se hace para transformar el buen lienzo maya en la nueva realidad que Yucatán espera para su sociedad y bienestar con el nuevo gobierno.

Joaquín Díaz Mena no recibe una casa en ruinas a la que cualquier reparación de paredes y aplicación de pintura con brocha gorda hará lucir diferente. Recibe edificios sociales que esperan que él sea el nuevo Fernando Castro Pacheco del actuar gubernamental, que transforme muros históricos de injustas desigualdades en nuevas realidades de esperanza, de compartir la prosperidad, de preservar las raíces y llevarnos hacia mejores destinos.

Las palabras y pinceladas de la transformación en Yucatán deberán ser precisas, bien pensadas, seguir un hilo de concepción muy claro para alcanzar los frutos esperados con recursos y tiempos finitos. Joaquín Díaz Mena lleva toda su vida preparándose para esa tarea, ahora él ya tiene el mármol, el lienzo y los colores para construir la obra social e histórica que sea punto de referencia sin la simplicidad del cambio y sí con la complejidad y actitud propositiva de la transformación. Novedades Yucatán estará atento a las palabras que empezarán a dar forma a esa obra.

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