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Todos hemos escuchado acerca del término globalización, así estemos a favor o en contra, pero ¿qué es exactamente? Primero que nada, se distingue como un periodo en la historia que inicia entre 1950 y se acelera después de 1989, se puede decir que la globalización es una etapa del capitalismo, pero si nos referimos a la Era de la globalización algunos mencionan que dio inicio al concluir la Segunda Guerra Mundial, otros posiblemente con el proceso de descolonización o con la crisis del comunismo en 1989. Sin embargo, este proceso no es nuevo para el ser humano, si se refiere al desplazamiento como forma de intercambio e interacción, sean estas distintas razones que lo motiven. Lo novedoso de este fenómeno es la velocidad y el nivel con el que se desarrollan estas interrelaciones, mismas que se trasladan a cualquier ámbito de nuestra vida, y aunque primordialmente está enfocado a los procesos económicos, al intercambio comercial y a las relaciones de propiedad y mercados, es importante comprender que no sólo es un acto físico-comercial en el que intercambiamos cosas, sino que de este desarrollo también emerge una creación cultural, una especie de principios que se expanden a través de sus diferentes herramientas hegemónicas, no siempre favorables para la humanidad.

Por tanto, si la globalización ha moldeado nuestro mundo, cómo discernir este proceso y qué implicaciones se trasladan a la educación de las niñas, niños y jóvenes, ya que uno de sus efectos es que no se reproduce de la misma forma en las sociedades, generando diferencias de una sobre otras. Por esta razón la función de la educación cobra relevancia en el sentido de convertirse en el espacio social para generar conciencia, de la realidad en la que conviven como de ampliar su cosmovisión a otras, como una manera de fungir como mediador cultural, que posibilite formarlos con las capacidades idóneas para hacer frente al contexto y transformarlo, como bien menciona el sociólogo francés Edgar Morín: “una inteligencia incapaz de encarar el contexto y el complejo global se vuelve ciega, inconsciente e irresponsable”. Esto quiere decir que obliga a intervenir creando formas equitativas, desentrañando el mundo globalizado para reconocer si este nos ofrece bondades o su contraparte.

La educación como formadora deberá renovarse a la par en que el mundo globalizado avanza; en las ciencias, las tecnologías y el conocimiento como también en aquellos aspectos más importantes que complementan la formación integral, los valores centrados en la construcción de ambientes sociales favorables como: la cooperación, la solidaridad, la justicia y la igualdad.

Este fenómeno de la modernidad invita a replantearnos si la globalización nos ofrece estas posibilidades.

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