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Ningún efecto AMLO. El triunfo de Gustavo Petro en Colombia se debe solamente a los colombianos. Después de décadas y décadas con mandatos de derecha, el país sudamericano elige a un gobierno inclinado a la izquierda, tal y como ya lo han hecho otros países como Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Bolivia y los tradicionalmente criticados Venezuela y Cuba. Hay quien dice por ahí que México también es un Estado de izquierda, pero las políticas económicas de Andrés Manuel, más cercanas al populismo que a las corrientes sociales del izquierdismo, dicen otra cosa.

No es sorpresa que la izquierda esté avanzando a paso constante en Latinoamérica. Recordemos que hubo una gran primera ola con Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Mujica en Uruguay, Evo en Bolivia y Correa en Ecuador. Guste o no, todos estos mandatarios representaron un cambio radical en la política interna y externa de sus naciones (cosa que no se ve con claridad en México) tras años de gobiernos altamente influenciados por el intervencionismo estadunidense en la región. Después, recordará usted también, vino un contragolpe de la derecha latinoamericana y algunos bastiones fueron regresando a las manos de facciones “conservadoras” y económicamente liberales. Parecía que la izquierda no era tan eficaz como se había prometido.

¿Por qué entonces vuelven a ganar esos mismos países los candidatos de izquierda? ¿Qué clase de peloteo político es este? Sencillo: la postura de las derechas latinoamericanas y sus resultados fueron todavía peores que la decepción del gran impacto que prometían las izquierdas. Es decir, lo hicieron tan mal los del espectro político llamado “derecha”, que la gente prefirió darle otra oportunidad a quienes, cuando menos, algo hicieron. En México, usted verá, no pasa tal cosa. La oposición no tiene la fuerza ni la organización para arrebatar al actual oficialismo el poder y eso les costará más sexenios accediendo sólo a migajas políticas.

Y eso que en México, como ya hemos dicho en otras ocasiones, no estamos ante un Gobierno realmente de izquierda. El neoliberalismo sigue presente en la estructura política mexicana, sólo que ahora cambiaron los empresarios protagonistas por unos más afines al régimen. Populismo, además, no es sinónimo de izquierda. Hay populismo en todos los espectros políticos, porque no se trata de una política económica, sino más bien de mantener popularidad al precio que sea y en contra de quien sea. ¿O acaso ha visto un cambio en materia de precios, por ejemplo, de la gasolina y el gas que implique una intervención del Estado? ¿Ha notado algún cambio en las estructuras económicas del país?

Por eso quizás, entre otras cosas, a este país no llegará la ola de la izquierda ni tampoco el cambio de oficialistas por opositores. En Latinoamérica muchas cosas cambiaron para llegar al punto al que llegaron. En México, en cambio todo cambió para que todo siga casi igual.

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