El bolero yucateco “Un ruiseñor”, de Pepe Sosa y Eliézer Trejo, fue cantado por Guty Cárdenas en su primera serenata

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Estoy por concluir un documentado trabajo sobre los primeros boleros yucatecos. El primero de ellos fue “Madrigal”, de Enrique Galaz y Carlos R. Menéndez, compuesto en agosto de 1918, y que fue reconocido como el primer bolero de autores mexicanos en el Palacio de Bellas Artes, en agosto 8 de 2018. Ceremonia en la que participamos el maestro Enrique Martín Briceño y su servidor Luis Pérez Sabido.

Ahora me referiré al segundo bolero yucateco, “Un ruiseñor”, compuesto en 1919 por el trovador Pepe Sosa Herrera (Ticul, 1891-México, DF, 1979), con letra del poeta Eliézer Trejo Cámara (Sotuta, 1887-Mérida, 1934), cuya letra dice: “Un ruiseñor en el jardín ha muerto / bajo la fronda en que formó su nido, / reposa entre sus plumas, aterido, / y el breve pico hacia el azul del cielo. // Y pienso que en amargo desconcierto / rimó un canto postrero dirigido / al hogar de sus dichas suspendido / de una rama florida de mi huerto”. // Recitado: “En el nido de amorque hemos formado, / no importa que me infundas algún día / la cruel desilusión de tu pecado; / que, olvidando tus pérfidos resabios, / yo tendré para ti, amada mía, / una dulce canción entre mis labios”.

Este bolero fue escogido por Guty Cárdenas para cantarlo en su primera serenata, a fines de 1921, cuando apenas contaba con 16 años de edad, en la ventana de su madre doña María Pinelo Ituarte. Por el poeta Ermilo Padrón López, entrañable amigo de Guty y posterior autor de las letras de “Rayito de sol” y “Para olvidarte”, sabemos que el trovador Pepe Sosa formuló el orden del programa. Pepe haría dúo en todas las canciones y tocaría su requinto, en tanto que Guty las acompañaría con su guitarra. Guty cantaría “La norteña”, que estaba muy de moda, y el bolero “Un ruiseñor”, que Pepe había musicalizado sobre unos versos que halló junto a una banca en el parque de San Juan y que después supo que los había escrito el poeta Eliézer Trejo Cámara. Ermilo, por su parte, cantaría “Esquiva”, con letra suya y música de Enrique Galaz, y “Flores de mayo”, recién escrita por Luis Rosado Vega y Ricardo Palmerín.

En el último ensayo, Guty comunicó a sus compañeros que ya tenía en lista a varios amigos que le había pedido llevarles serenata a sus novias. Ellos eran Javier Urcelay, Chalín Tommasi y Fito Chauvet, que había conseguido el “permiso para serenata ambulante” y que puso su “fotingo” (automóvil muy usado) a disposición del grupo. En la lista de novias figuraban Julieta, Margarita, Elía y Dalia. En águila o sol rifaron el turno de las serenatas. A Ermilo le correspondió la primera, pero Guty le pidió que le cediera el turno porque quería que la primera serenata que cantara fuera para su madre. También le pidió a Pepe Sosa que le permitiera cantar solo. Se sabe que después de un preludio arpegiado que sorprendió a todos, Guty entonó, con límpida voz y diestra lira, el bolero “Un ruiseñor”, de Pepe Sosa y Eliézer Trejo, en la ventana de su venerada madre.

 

(*) Investigador emérito de la Universidad de las Artes de Yucatán.

 

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