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En su canción Cole Porter dice: “Quiero volver a empezar”, nadie puede negar el entusiasmo de los nuevos comienzos: un nuevo curso, un nuevo trabajo, un nuevo amor, un nuevo año. La apertura, el punto cero, da la sensación de que todo inicia otra vez y con ello la oportunidad de lograr esos proyectos pendientes o la aspiración de alcanzar otros; es ese momento luminoso colmado de bríos. La lista de propósitos se llena de intenciones: el número de libros que leeremos, el curso al que nos inscribiremos, los viajes, el gimnasio, sin percatarnos que cada uno de ellos implica una innovación en los hábitos para no quedar nada más en palabras baladíes.

En el libro “La dimensión temporal y el arte de vivir” del humanista alemán Rüdiger Sfranski, el autor aborda el tema de los diferentes tiempos de cada quien y entre ellos el tiempo del comienzo que implica actuar y un cambio en la relación con el tiempo. Marcel Proust en “En busca del tiempo perdido”, pondera la capacidad de traer el pasado al presente, en contraposición Sfranski nos ofrece la posibilidad del olvido en cada comienzo, nada fácil cuando vivimos inmersos entre costumbres y tradiciones familiares y sociales.

En este sentido la idea de un nuevo comienzo resultaría utópica, la historia de vida pesa a la hora de iniciar, nadie está libre del equipaje acumulado a través de los años. Esto explica el motivo por el cual no se alcanzan los objetivos de la lista, sin que esto implique un pretexto para no intentarlo, solo que hay que concientizar que los comienzos requieren transformaciones que necesitarán de una implacable voluntad para lograrlos. Asimismo, las modificaciones requieren solo de ajustes en nuestros hábitos, demandan menos esfuerzo y el logro dará la sensación de triunfo y satisfacción. Una persona que nunca ha ido a un gimnasio difícilmente podrá incorporar esta actividad a su estilo de vida, lo que resulta más factible para quien pretende incrementar las horas o el número de días de algo que se encontró o encuentra en su rutina.

Antes de escribir una lista de propósitos, sería útil clasificar cuáles son una modificación a lo ya realizado y cuáles son nuevos, estos últimos necesitarán un despliegue de energías físicas, intelectuales y emocionales para concretarlos. Los drásticos pueden cambiar el curso de nuestra existencia y hay que preparase para recibir los resultados. Un cambio de residencia, de estado civil, de trabajo, llevará a terrenos no calculados que podrían, incluso, facilitar o dificultar la concreción de los otros puntos de la lista. Algunas combinaciones suelen resultar afortunadas, si entre los propósitos están el tener pareja e ir al gimnasio, ayudaría iniciar una relación con una persona con gustos afines.

Iniciamos 2022, para la numerología y la astrología es tiempo de transformación, de evolución. El cambio más drástico que ha sufrido la humanidad en los últimos tiempos, es el que nos ha impuesto la pandemia -no previsto en nuestra lista-, recordándonos que uno propone y Dios dispone.

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