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El dinero no puede comprar la felicidad, pero seguro que te conseguirá una mejor clase de recuerdos.

Ronald Reagan

Hay un dicho que se viene repitiendo desde que tengo conciencia: “El dinero no compra la felicidad”, parece que la respuesta ante tal aseveración es relativa, es decir, depende, pero no de si lo tienes o no, sino de qué importancia tiene en la vida de la persona.

Independientemente de la escala de valores, es un tema que atañe a las empresas que determinan los salarios de los empleados y al gobierno que dicta la política económica. La presente investigación, aunque se realizó entre la población estadunidense por el Proccedings of the National Academy de Sciences of the United States of America, puede extrapolarse a la sociedad mexicana. El bienestar evaluativo, es decir, el resumen de la satisfacción general que hace una persona de su vida, está directamente relacionado con los ingresos.

Este resultado depende de la memoria del encuestado, misma que puede estar sesgada por los sentimientos recordados. Sin embargo, las conclusiones en las que se basa mi texto se obtuvieron en tiempo real para evitar errores de retentiva. Antes de entrar al tema de los ingresos, la idealización de la vida se midió afirmando o negando si “su vida es casi ideal” y “si pudiera rehacerla no cambiaría casi nada”.

El nivel de bienestar resultó de formular: ¿Cómo te sientes ahora?, mientras que para el bienestar evaluativo se preguntó: ¿Qué tan satisfecho estás con tu vida? Con la respuesta de las ganancias anuales recopiladas en bandas de ingresos y escalas logarítmicas, se determinó la correlación entre los bienestares, tanto el evaluativo como el experimentado. La ciencia del bienestar humano encontró que los mayores ingresos se asocian con niveles más bajos de tristeza y con sentimientos positivos como: seguridad, orgullo, bondad, inspiración e interés y en menor medida con sentimientos negativos como: miedo, enojo, maldad, aburrimiento, tristeza, estrés y molestia.

Los encuestados respondieron el grado de importancia que el dinero tenía para ellos y si lo consideraban sinónimo de éxito. Otro de los hallazgos es que las personas de bajos ingresos, aunque cuentan con otros medios distintos al dinero para evitar los sufrimientos, los de ingresos altos pueden pagar para evitarlos. Asimismo, tienen un mayor control de su vida al “comprar” tiempo y sentirse menos estresados, ya que pagan para que hagan las cosas por ellos. La pobreza o riqueza de tiempo depende del que se cuenta para hacer lo que se desea y no el que se usa para obligaciones.

Existe evidente disonancia entre lo que dice el vox pópuli y el resultado de la investigación realizada por la Academia de las Ciencias de Estados Unidos, lo cual es explicable, pero no justificable. El dinero es parte de la economía y vivimos inmersos en ella. Negar la importancia no desaparece la necesidad y sí estigmatiza a quienes lo tienen bien habido por a quienes se les ha hecho creer que “el dinero es del diablo”. 

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