El liderazgo
Columna de la Maestra en Derecho Jéssica Saidén Quiroz.
La historia juzgará siempre los resultados de la existencia; implacable, será el mejor balance entre lo que somos y lo que anhelamos ser. Aquello que funcione y haga una diferencia en los demás, permanecerá a manera de legado perenne y lo que no, fenecerá en la memoria colectiva.
Estamos ante una crisis de auténticos liderazgos, de aquellos hombres y mujeres quienes desde la sociedad civil o política trasladen su esencia y sus valores hacia la consolidación de una mejor realidad para todos.
Ser líder no es producto de la decisión unilateral de alguien, mucho menos de la imposición de una moda, porque adquirir esta consciencia requiere tiempo, maduración, preparación, sabiduría y sobre todo, mucho sentido común.
El aprendizaje es todos los días, el conocimiento debe ser permanente, como diría Maquiavelo al aconsejarle a los futuros príncipes: “los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en imitar las acciones de los demás… Todo hombre prudente debe entrar en el camino seguido por los grandes e imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque”.
El líder tiene que rodearse de sus mejores elementos, personas eficientes y leales, porque quien sea mercenario, será ambicioso y cobarde cuando se enfrente con los enemigos, no son disciplinados y te llevarán a la ruina.
Sun Tzu, general chino del siglo V antes de Cristo, en sus ensayos, señalaba que para determinar el resultado de un combate, era necesario analizar cinco factores: la doctrina, el tiempo, el terreno, el líder o mando y por último, la disciplina; aquel que domine estos elementos, vence, y el que no, sale derrotado.
Cuántas veces no hemos observado el derrumbamiento de proyectos, cuyos cimientos son tan frágiles desde su propia concepción, en donde los generales indisciplinados no conocen ni el terreno ni el tiempo, cuya doctrina es falaz.
Ese ejercicio de interiorización personal, determinar nuestras capacidades de liderazgo, conocer las fortalezas y las falencias que poseemos nos permitirá fortalecer las batallas que libremos, porque los liderazgos son grandes cuando superan las dificultades.
Durante su obra El Príncipe, Maquiavelo reiteraba que éste, debe mostrarse amante de la virtud, dará seguridades a los ciudadanos para que puedan dedicarse tranquilamente a sus profesiones, al comercio y a cualquier otra actividad, e instituirá premios para quienes engrandezcan a su ciudad o el Estado.
Al discernir las cualidades que debe poseer un mandatario, el escritor florentino decía que un príncipe debe pedir consejo siempre, pero cuando él lo considere conveniente y no cuando lo consideren conveniente los demás… debe escuchar con paciencia la verdad acerca de las cosas sobre las cosas sobre las cuales ha interrogado y ofenderse cuando se entera de que alguien no ha dicho algo por temor.
En épocas de grandes decisiones y enormes definiciones, hacernos invencibles ante los retos de la vida, significa conocernos primero a nosotros mismos y continuar desarrollando nuestras propias virtudes con la humildad suficiente para reconocer que siempre podemos aprender más.
Maestra en Derecho y Doctorado por la Anáhuac Mayab.