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Hay muchas escuelas y variantes en cuanto a la manera de llevar el trato médico-paciente. Por ejemplo, la relación paternalista en dónde el paciente es un cliente pasivo que cumple al pie de la letra y dota de una confianza extrema a las indicaciones del médico, todo lo que el doctor dice está bien, todo lo sabe, mientras que el paciente es un ignorante. En este tipo de relación, el médico pide ser llamado doctor, hay poca conexión visual y en severas ocasiones hay regaños al paciente que cabizbajo acepta una culpa.

Aunque pareciera que ese tipo de medicina ya no existe o hay muy poca, además de que se asemeja al trato de antaño, es aún el más común. Tan común que aún hay pacientes que te piden en la consulta que tú decidas lo mejor para ellos, se quitan la responsabilidad y se la dejan al doctor, pero también es ésta la razón que ha llevado a un incremento en demandas por supuesta negligencia, la mayoría ganada por el médico que actuó como se debía, pero sin el parecer del paciente, lo cual hace que, aunque cedió el permiso, se sienta atacado. El inconsciente es muy extraño.

Hay otra escuela de medicina que cambia por completo el trato médico-paciente llevando a una relación de trabajo en equipo donde las decisiones se toman en conjunto, el médico no es el doctor sabelotodo, sino tu consejero profesional. Aquí el paciente tiene el control de su cuerpo y enfermedad. Algunos de la vieja escuela dicen: cómo va a decidir el paciente si no entiende de enfermedades. Yo digo: ¡para eso nos pagan! No solamente para dar medicinas sino para que expliquemos qué ocurre dentro de su cuerpo y puedan tomar la mejor decisión. Nuestra vida es lo más importante que tenemos y tener el control de ella es lo más satisfactorio. Si una enfermedad ya de por sí está sacándonos de nuestro control, nos está asustando pues, entonces, lo mínimo que el médico debería de hacer es buscar la manera de aliviar nuestro miedo y el de nuestra familia, no por medio de análisis psicológicos que no a todos se les dan, simplemente sabiendo explicar las cosas.

La mejor manera de llegar al paciente es preguntando a qué se dedica, con ello, usar toda nuestra creatividad, fruto de la inteligencia que sin duda los médicos, para haber estudiado esta carrera ya tienen. De esta manera nos permitiremos explicar de la manera más dulce lo que ocurre dentro del cuerpo y la función de cada medicamento. Además, le debemos de permitir al paciente que elija su tratamiento. ¿Cómo? Pues al ser médicos conocemos que existen varias opciones para cada enfermedad, todas tienen puntos a favor y en contra, estos mismos, se supone que como médicos también tenemos que saberlos, hay que exponerlos para que al paciente decida el que mejor le convenga, eso incluyendo también el aspecto económico, que es lo segundo que más preocupa al momento de tener una enfermedad. ¿Y si el paciente nos pregunta cuál sería la mejor opción? Sencillamente se la explicamos, ésta sería la mejor propuesta de acuerdo a la evidencia médica, pero se le denota al paciente, que aún así existen otras propuestas y que es importante que éste tome el control y que tú lo apoyarás con cualquiera que sea su elección

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