El Xe’ek no sirve para combatir el Cambio Climático

Raúl Monforte: El Xe’ek no sirve para combatir el Cambio Climático

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Xe’ek es un vocablo en lengua maya, que refiere a una especie de ensalada a base de jícama, frutas cítricas, sal, cilantro, chile en polvo y otros ingredientes mezclados, que se acostumbra comer durante las fiestas del día de muertos en Yucatán. Por antonomasia, cuando un asunto o problema se vuelve complejo, porque han intervenido ya demasiados elementos que se han mezclado caóticamente sin contribuir efectivamente en su solución, decimos: “¡esto ya se volvió un xe’ek!”.

Algo así nos está sucediendo con el cambio climático. En un afán de mostrarnos inclusivos y gentiles con todas las acciones, técnicas y medidas que podrían contribuir a la resolución del problema, las adoptamos todas bajo la premisa de que “todo lo que ayude es bueno, así sea un pequeño granito de arena”. Mientras sume, hagámoslo, que en algo ayuda.

James Arbib, Adam Dorr y Tony Seba, de la organización RethinkX, acaban de emitir un interesante reporte denominado “Repensando el Cambio Climático” (Rethinking Climate Change), y uno de sus hallazgos principales difiere sustancilmente de aquella forma de pensar.

Ellos señalan que una aproximación enfocada y priorizada de los esfuerzos, en aquellas acciones que tienen el mayor impacto, permite un mejor aprovechamiento de todos los recursos financieros, materiales y políticos que se asignan para resolver el problema, evitando distracciones, para alcanzar con mayor eficiencia, efectividad, contundencia y rapidez el objetivo deseado. Ellos aseguran que con un puñado de alrededor de 8 tecnologías, protagonistas de disrupciones tecnológicas que ya están en camino en los sectores de energía, transporte y alimentos, y que tienen implicaciones extraordinarias en el cambio climático, tienen la capacidad y el potencial, por sí solas, de eliminar directamente más del 90% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI’s), en un plazo de 15 años. De resultar cierto esto, sería un extraordinario logro, mas ambicioso y veloz que lo que cualquiera hubiera imaginado, y que las metas planteadas en los acuerdos internacionales, como el Acuerdo de Paris, por ejemplo.

La mayor y más inmediata oportunidad, está en el sector de la energía, que con una rápida y asequible transición hacia fuentes de energía solar y eólica, combinadas con el almacenamiento en baterías de iones de litio, puede aportar un 57.6% de las reducciones de GEI.

El sector transporte podría contribuir con el 16.2% de las reducciones, con el dramático avance de los vehículos eléctricos y autónomos, que propiciarán el fin del motor de combustión interna y la propiedad individual vehicular.

Y finalmente, el sector de los alimentos podría aportar un 18% de las reducciones, con la disrupción que causarán tecnologías emergentes como la fermentación de precisión y la agricultura celular, que eventualmente remplazarían a la carne y a numerosos productos de origen animal, además de liberar hasta 2.7 billones de hectáreas de suelo, cuya recuperación natural (reforestación pasiva) podría por sí sola capturar el 20% de las emisiones actuales de dióxido de carbono. Así que, saborea tu xe’ek, pero enfócate en las acciones de mayor impacto.

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