En la tierra somos fugazmente grandiosos
Julia Yerves: En la tierra somos fugazmente grandiosos
Al decidir caminar en dirección contraria a lo que es considerado el futuro, se puede apostar por una pérdida de tiempo. Las frases motivacionales permanecen exhortando al espíritu para ir en busca de eso que le espera más adelante, en los días venideros, cuando por fin el fruto de todos los esfuerzos pueda ser materializado en algo que no sabemos cómo se ve pero que consideraremos exitoso.
Algunas personas, incluyéndome entre ellas, preferimos tomar un tiempo indefinido para saber cómo es que hemos llegado al sitio que ocupamos. Entonces miramos hacia atrás, hacia la vida de los abuelos de nuestros abuelos y de nuestros padres, romantizando un pasado que no nos corresponde.
Con hilitos invisibles tejemos en la mente ciertos patrones que observamos en ellos y que tarde o temprano repetiremos con puntadas de aceptación reconociéndonos producto, consecuencia.
En la tierra somos fugazmente grandiosos (2019), es una novela del autor vietnamita Ocean Vuong. En ella, y decidiendo mirar hacia los guiños de los párrafos aquí superiores, encontramos una serie de experiencias de vida que se narran a través de la fragilidad del ser humano y de todo aquello que observamos y decidimos callar porque las habilidades para procesar los movimientos migratorios, la discriminación, la homosexualidad, la pobreza y el considerarse minoría, son temas demasiado pesados para un cuerpo infantil, producto de decisiones ajenas.
Así, nuestro personaje y narrador, decide escribir una carta a su madre para, de alguna forma, dejar en claro cómo es que ha llegado a este punto de su vida. Como si se tratara de una confesión que nunca fue solicitada pero que lleva entre sus letras la liberación de contar la verdad personal a partir de una identidad compartida, al mismo tiempo que recrea una historia que probablemente su madre y abuela ya no quieran recordar. La guerra, la violencia, la muerte.
En una primera novela, la escritura de Ocean Vuong estremece sin aviso. Narra desde ángulos imposibles, utiliza referencias exquisitas, y se mueve entre lo vergonzoso y lo extraordinario manipulando el tiempo con la habilidad de quien prefiere no distinguir entre pasado, presente y futuro, porque los tres pueden coexistir. La visión de un adulto joven toma los pensamientos de su etapa infantil y los recrea escribiendo todo aquello que vio, sintió y calló. Es una carta larga, una carta preciosa. Su madre, a quien está dirigida, no sabe leer.