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El que las policías de 50 municipios estén infiltradas por el crimen organizado, según reveló el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Alfonso Durazo, no es una novedad y se nos hace hasta mínima la cifra; lo novedoso es que el gobierno lo reconozca y haya emprendido desde Sonora una estrategia para la depuración de los uniformados contaminados por la corrupción.

La intención del programa piloto, iniciado en los municipios sonorenses de Guaymas y Empalme (ignoramos por qué no comenzó en Veracruz, Michoacán, Puebla o Tamaulipas donde hay más incidencia delictiva), es que los policías que reprueben los exámenes de control y confianza sean liquidados y sustituidos temporalmente por elementos de la Armada; quienes sí cumplan los requisitos serán “recapacitados” a un nivel de profesionalización.

Ese diagnóstico de la SSPC ubicó en el mapa de criminalidad del país complicidades, vinculación o penetración del crimen organizado en algunos cuerpos de seguridad, y se decidió militarizar a los mandos porque “si vamos a depurar necesitamos una confianza plena en los responsables, argumentó Durazo Montaño, quien destacó que el trabajo de las policías municipales es un complemento imprescindible a las labores de la Guardia Nacional, pero serán insuficientes si los estados y los municipios no hacen la parte que les corresponde.

Pues a Yucatán no le vino el saco y no es por presumir, pero aquí todas esas intenciones de la administración federal se han venido cumpliendo, no por programas o estrategias de corto o mediano plazo, sino como parte de una responsabilidad asumida, y compartida, por los gobiernos estatal y municipales (con especial énfasis en Mérida), lo que ha permitido que el Estado siga gozando de la paz y tranquilidad reconocidas, y que a la capital yucateca se le califique como la segunda ciudad más segura del continente americano, por la revista CEO World.

Esto se ha logrado mejorando los salarios de los agentes, facilitándoles la adquisición de vivienda, ofreciéndoles becas para sus hijos, capacitándolos permanentemente; dotando a los cuerpos policiales de vehículos, armamento y equipo necesario y de vanguardia para cumplir con su responsabilidad, y, algo muy importante: el reconocimiento de sus mandos y de la ciudadanía por su labor, porque los niveles de confianza y desempeño efectivo de nuestros uniformados nos han colocado como un referente en todo el país.

Una máxima militar señala que la política de personal no solo debe pretender cubrir las necesidades cuantitativas de los ejércitos, sino alcanzar la excelencia, tanto en la etapa formativa como en la selección de los más calificados para convertirlos en excelentes servidores públicos.

Aquí simplemente se hace lo que todo gobierno debe hacer para brindar un entorno de seguridad a los ciudadanos, propiciando así el desarrollo de la entidad, dando certidumbre a las inversiones que traen empleo y una mejor calidad de vida. Toca a los ciudadanos conservar este oasis de tranquilidad. No lo perdamos.

Anexo “1”

Militares en las policías

En los Acaecimientos del 17 de mayo de 2013, sobre “Seguridad en manos de militares”, apuntamos: Nunca hemos entendido el porqué marinos y soldados aceptan – ¿o buscan?– formar parte de cuerpos policiales. En la Armada se consideraba que era un retroceso en sus carreras, dicho esto con el respeto que nos merecen los buenos policías. Pero la incrustación de militares en esas labores no es reciente. Desde hace décadas se les ha comisionado en labores de seguridad pública y actualmente varios cumplen esa responsabilidad en algunos estados. (…).Sin embargo, en años recientes no han salido bien librados quienes han optado por ser comandantes o directores de seguridad pública. Quintana Roo es un ejemplo con dos almirantes: Gerardo Olavarrieta León (que se vio obligado a dejar el puesto) y Miguel Ángel Ramos Leal.

Hace unos días, el capitán de corbeta de Infantería de Marina, Federico Rivas Valdés, rindió protesta como Secretario de Seguridad Pública de Mazatlán, Sinaloa. Con tres décadas de experiencia en la Armada y 18 años en dependencias policiales municipales, estatales y federales, formó parte de la Policía Naval y de la Policía Federal Preventiva, por lo que ha sido acreedor a un Doctorado Honoris Causa por méritos como policía. Ahora se le dio la encomienda de mejorar la seguridad en el puerto mazatleco.

Sin embargo, publicaciones cuestionan la gestión de Rivas Valdés como Subsecretario de Seguridad Pública en el gobierno de Javier Duarte Ochoa en Veracruz, y recientemente formó parte de la estructura de Seguridad Pública del Estado de Morelos, donde la delincuencia sigue campeando.

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